El neoplatonismo como corriente esotérica.

18.03.2025

El neoplatonismo aparece en la antigüedad tardía como un movimiento filosófico que mezclaba algunas ideas de la filosofía griega con el gnosticismo, la teología oriental y el hermetismo. El nombre de neoplatonismo en realidad le ha sido dado ya en la época moderna apenas en el S.XIX, ya que en la época medieval y renacentista, Platón apenas era conocido por breves apuntes en los márgenes, así como otros tantos filósofos clásicos eclipsados por la filosofía cristiana. Aristóteles tuvo un destino mejor gracias a su conservación y expansión en los manuscritos de filósofos musulmanes.

Las corrientes filosóficas

El problema de esta denominación es que realmente ya en la antigüedad tardía existían "varios" movimientos neoplatónicos, por llamarlos de alguna manera, que intentaban reconciliar los movimientos filosóficos con las teologías colindantes, a saber: judaísmo, cristianismo, movimientos mistéricos grecorromanos y egipcios, cultos orientales y oráculos caldeos. De este totum revolutum nacieron nuevas ideas, o mejor dicho, mejor expuestas, que estaban relacionadas con cuestiones esotéricas y mágicas. Por ejemplo,se profundizó en la teurgia, es decir, la invocación de seres espirituales, como medio de comunicación divina, así como de los estadios intermedios de conciencia como caminos de conocimiento.. A todo ello hay que sumarle el hermetismo egipcio, que si bien aún no tenía la forma que conocemos hoy, sí que compartía los elementos universalistas y alquímicos. Todas estas ideas tenían una finalidad en común, tenían un enfoque soteriológico, es decir, de salvación.

Como puede comprobarse, estos pensadores se alejaban realmente de dos de las tesis principales de Platón: ellos no veían el mundo divino como algo lejano., y tampoco consideraban el dualismo, sino que se inclinaron más hacia el monismo, es decir, la idea del UNO y de la pertenencia unificada al Universo.

Los principales modelos del neoplatonismo en la antigüedad fueron Plotino, su discípulo Porfirio, y posteriormente Jámblico.

Plotino (c. 205–271 a.n.e.) provenía del Egipto alejandrino, es decir, helenizado. Su maestro Ammonio Saccas ya había planteado algunas cosas que Porfirio se encargó de pulir. La principal preocupación de los filósofos alejandrinos en este momento era la unificación de la filosofía y la teología de todo el mundo grecoegipcio y romano, así como del judaísmo helenizado. Por ello rechazaban a los pitagóricos y los epicureístas, y de alguna forma, se consideraban seguidores de Platón. La principal postulación de Plotino fueron las tres hipóstasis o realidades primordiales: el Uno, el nous y el alma. El Uno como Unidad de existencia a la que todo pertenece - derivada de la idea de perfección platónica. Del Uno derivan el Nous (el pensamiento inteligente) y el Alma (la emanación creadora). Para "regresar a la perfección" que encarna el Uno, es necesario que el Alma supere al Nous, centrado en la experiencia racional. Esta unión se alcanza mediante el éxtasis. En este último punto es donde podemos ver que la filosofía deriva en un pensamiento religioso esotérico. Creía que las lamas que no lo conseguían reencarnaban de nuevo en humanos.

Tras enseñar en Roma, sus enseñanzas fueron puestas por escrito por su discípulo Porfirio, bajo el nombre de Enéadas de Plotino, que se convertirán en el modelo base del pensamiento neoplatónico. En ellas se profundiza en el origen divino del alma, que se ha alejado de ese primer estado eterno y perfecto, que Porfirio llama "Lo bueno", y cómo puede regresarse a él. Revisando cómo emana y trasciende desde y hacia el Uno mediante el nous y el alma - alma es aquí como alma universal o anima mundi . Se profundiza en este aspecto para dividir el mundo tangible del invisible, así como se adentra en la faceta más esotérica y mística: se dan instrucciones y prácticas precisas de cómo conseguir esa elevación del espíritu. Porfirio creía en la reencarnación a lo largos e todos los seres de la naturaleza y no solamente en humanos, como había creído su maestro. Por otra parte, sin llegar al dualismo, los contrarios existen por la ausencia de una de las partes: el mal existe simplemente como ausencia del bien, la oscuridad como ausencia de la luz, etc.

Jámblico, discípulo suyo, se separará de su escuela y fundará otra en Siria, y será el primero en incluir, entre esos mundos visible e invisible, perfecto e imperfecto, a los ángeles, demonios y otros espíritus celestiales, que se conocerán posteriormente como los dioses neoplatónicos. Estos dioses se alejan de los modelos imperfectos de la mitología tradicional.

El Dios supremo será en realidad lo que llaman Uno o Lo Bueno. De él emanan las demás esencias, la vida y el alma. Estas esencias serán los dioses hipercósmicos, por encontrarse más allá del mundo cognoscible. Después de ellos se encuentra el demiurgo, el creador que, ya sea por mandato o celos del Uno, crea nuestro mundo, reflejo imperfecto de lo cósmicamente perfecto,. Por último tendríamos a los dioses de las religiones paganas, que son llamados cósmicos, por pertenecer al mundo conocido: son dioses materiales y de la naturaleza.

Por último tenemos a Proclo, quien, como Jámblico, ahondó más en las teologías que en la filosofía. Se cuenta que él mismo había sido iniciado en varios y diversos misterios, así como participaba en cultos de diversas culturas, experiencias que le proporcionaron las bases para el desarrollo de una teología panteísta, en la cual todo emana del Uno perdiendo esencia divina proporcionalmente, lo que incluye a las distintas divinidades que, en estadio intermedio, encarnan cada una un aspecto diferente de lo mismo. Por otra parte, es el creador de la teoría de las hénades o hénadas, nueve entidades ontológicamente separadas del Uno, solamente dependientes de él por creación, que rigen a su vez los grados inferiores de la naturaleza.

En cuanto a los gnósticos, es decir, los cristianos primitivos que consideraban que la salvación se hallaba a través del Conocimiento Supremo o Gnosis, y no mediante la fe, si bien se han considerado puentes para la transmisión de la filosofía neoplatónica, el propio Plotino realizó una crítica hacia ellos al mismo nivel que los demás grupos cristiano, ya que la idea del Uno se rompía frente al desprecio que mostraban los gnósticos hacia el mundo sensible, al que consideraban "malvado", algo que no podía aceptarse en las corrientes neoplatónicas, que consideraban que todo emanaba "de lo Bueno". Tampoco podían aceptar la degradación a "villano" del Demiurgo platónico. Con todo, la reunión de los textos de Nag Hammadi, en Egipto, y el vínculo de la filosofía hermética, han transformado el gnosticismo en las visiones modernas posteriores y le han buscado más los puntos en común con el neoplatonismo que las diferencias. Además, a nivel esotérico se han creado verdaderos puzzles para que todos los conocimientos de una u otra vertiente cuadren.

Con la llegada del cristianismo y su proselitismo en lengua griega, las comparaciones entre el Dios Uno del Timeo de Platón, el Uno bondadoso de los neoplatónicos y el Dios amorosos cristiano fueron inevitables. De alguna forma, el cristianismo también supo apreciar la filosofía griega como parte de sus propias doctrinas. Sin embargo, con la puesta por escrito de los textos religiosos y las posteriores disputas sobre la Trinidad, el neoplatonismo quedó solamente como bagaje cultural de una antigua visión clásica del monoteísmo. En este sentido, no será hasta San Agustín, en su caminos desde el maniqueísmo dual hasta el cristianismo, donde las lecturas filosóficas "platónicas", como él mismo decía, fueron el punto intermedio. Los estudiosos del S.XIX, los mismos que renombraron al neoplatonismo, consideraron que realmente San Agustín era un cristiano neoplatónico, que habría encontrado gusto en las interpretaciones de la encarnación del Logos y del Dios bondadoso, ya que él mismo pensaba que Platón - o lo que conocía de él a través de los escritos neoplatónicos - había estado muy cerca de la visión del Dios verdadero del cristianismo; sin embargo, como escribió él mismo en sus Retractaciones, en otros aspectos consideraba que estaban muy equivocados.

Revisión medieval y renacentista

Durante la Edad Media, los textos e ideas "neoplatónicas" tomaron caminos diferentes dependiendo de cuál de las tres grandes culturas era su filtro.

En el cristianismo, tenemos los ejemplo de Anselmo de Canterbury (1033-1109), quien crea el argumento ontológico o existencial de Dios, sobre la base de la perfección platónica: Dios debe existir porque de otra manera no habría nada más perfecto. Tomás de Aquino (1225-1274) tuvo acceso directo a las obras de Proclo, y por fuentes secundarias conocería a Plotino y Porfirio, pero también a las de filósofos posteriores como el Pseudo Dioniso Aeropagita. Aún así, realizó críticas del mismo, pues el autor tendía más hacia el aristotelismo, donde no hay demiurgo y solamente el alma intelectual es inmortal. Meister Eckhart (c. 1260 – c. 1328) , por su parte, manifestó su interés por el neoplatonismo a través de la vida contemplativa y la mística como forma de contacto con Dios.

En el judaísmo tenemos la obra La fuente de la vida, de Solomon Ibn Gabirol. Publicada primero en árabe (Yanbù al-hayat), lo que provocó algunas confusiones, este tratado hebreo Meqôr hayyîm, desarrolla un pensamiento teológico-filosófico mediante la conversación entre maestro y discípulo sobre lo material y lo espiritual, el origen y emanación de las sustancias y la realidad del universo, con grandes dosis de filosofía neoplatónica. Asimismo aparece la figura del médico Isaac Israeli, aunque hubo mucha crítica de sus obras filosóficas, incluso en sus propios tiempos, por considerar que siendo médico, no podía tratar de estos asuntos.

En el mundo musulmán, Avicena (980 - 1037) y Maimónides 1134-1204) son dos de los autores más relevantes en sus campos, y en ellos se rastrean las ideas del neoplatonismo. En el caso de Avicena, intentó unir la filosofía neoplatónica y aristotélica a la teología islámica. En lo que respecta a Maimónides, mostraba sus influencias en sus declaraciones acerca de cómo la naturaleza implica necesariamente a Dios, pues "desciende" de Él, así como la palabra y el intelecto son herramientas para preparar al alma a "algo más allá" de lo perceptible. Asimismo la perfección de Dios implicaría tanto su existencia ontológica como la imposibilidad de ser nombrado o representado, al no poder atribuírsele nada, pues todo lo demás es al menos en una parte ínfima, imperfecto. En otro orden de cosas, el sufismo, que había surgido hacia el S.VII en el mundo islámico, mostraba algunos pensamientos parecidos acerca del misticismo y de la unión con Dios a través del conocimiento y el éxtasis, no obstante, no parece que realmente uno bebiera del otro, antes bien, fueron movimientos desarrollados paralelamente.

Es sin duda durante los siglos XVI y XVII cuando el neoplatonismo entra con fuerza en el ámbito cultural, a través de las primeras traducciones al latín y con el espíritu del renacer de la cultura clásica, en la cual se reescribirán muchísimos simbolismos esotéricos, es decir, escondidos, para evitar las censuras eclesiásticas, no siempre con éxito. Frente al aristotelismo que había impregnado la Edad Media, el resurgir de las ideas platónicas, y por confusión, las neoplatónicas,

Sin duda el mayor exponente es Marsilicio Ficino (1433-1499), al que ya vimos brevemente en el artículo Historia del ocultismo (III): el Primer Renacimiento. Ficino fue el Fundado de la Academia Florentina, también llamada Academia Platónica de Florencia; Ficino creía que el neoplatonismo era la mejor revisión posible de la filosofía de Platón. Fue asimismo el primer traductor de las obras de Platón, de Plotino, y del Corpus Hermeticum, con la ayuda del intelectual bizantino Gemisto Plethon. En su obra Teología Platónica, intentó unificar el pensamiento de Platón con la creencia cristiana. Consideraba su patrona a Atenea-Minerva, diosa de la sabiduría, y por tanto Sofía. Finalmente sus estudios acabaron derivando en cuestiones esotéricas y metafísicas, como la inmortalidad del alma y la capacidad de conocer a Dios a través de los métodos de pureza del alma, algunos en común con los neoplatónicos. También aceptaba las propuestas de las emanaciones directas del Dios Uno, y por ello consideraba que la astrología era una forma de orientarse según los designios universales. Hermes Trismegistos, Orfeo, PItágoras y Platón habrían sido los antecedentes filosóficos y religiosos que preparaban la venida de una idea de conocimiento para alcanzar la perfección y virtud, encarnadas, según él, en Cristo. Impulsado por un fuerte misticismo y por el simbolismo de los dioses paganos y neoplatónicos, tuvo algún que otro encontronazo con la Inquisición.

Su discípulo y amigo Pico della Mirandola (1463-1494) , también revisado en el mismo artículo previo, continuó con el neoplatonismo como su base filosófica y religiosa, si bien en los textos de Pico vemos menos misticismo y mucha más magia y esoterismo, siendo el padre de la Cábala cristiana. Consideraba, de manera semejante a su maestro, que el cristianismo era el paso final de una larga evolución filosófica y religiosa a través de las religiones paganas y el judaísmo. Para él, las religiones antiguas ocultaban revelaciones dentro del mito para distraer a las masas, y esta Verdad final era la capacidad del hombre para trascender. Sumaba a esto el humanismo renacentista y el neoplatonismo más esotérico, llegando a exponer que el libre albedrío dado por Dios a Adán era una de las formas de indicar que el ser humano era capaz de cualquier cosa, incluyendo alcanzar a Dios, como parte del "regreso del alma" a donde pertenecía. Como bien sabemos, sus 900 tesis, entre al que se encontraban muchas reflexiones neoplatónicas y herméticas, le valieron la excomunión por parte de la Iglesia, si bien al final de su corta vida fue admitido de nuevo. Pico se centró más en las esferas celestiales y en los ángeles como activos directos de Dios que en la astrología, pues no creía en el determinismo. Sin embargo, en el aspecto mágico, al estar, según su interpretación, todo conectado, la magia era una muestra de los poderes de la naturaleza, y lo que la hacía buena o mala era su aplicación para el bien o para el mal.

La Academia Florentina influyó también en los artistas que la frecuentaban como parte de su formación y su propio interés. Pueden destacarse Botticelli y Miguel Ángel. El rastro del pensamiento neoplatónico en el primero puede verse en su cambio artístico, pasando de una representación naturalista a una pintura poética, como la han denominado los historiadores del arte, por carecer intencionadamente de perspectiva y punto de fuga - para diferenciarlo del mundo material - , por crear figuras humanas no basadas en la realidad visual, y por sus temas alegóricos y simbólicos. Por su lado, en la obra de Buonarroti podemos encontrar continuas referencias a la separación cuerpo-alma, y al deseo de ascensión de ésta última, algo que, sin embargo, contradice la propia doctrina de la Iglesia, para quienes trabajaba, y sobre todo en los mensajes trascendentes de sus esculturas funerarias en la Capilla de los Médici y en la Tumba de Julio II.

Crisis religiosas y filosofía

Después de la Reforma y la Contrarreforma, los sistemas religiosos quedaron, irónicamente, más estrictos que nunca. Probablemente a causa de ello las persecuciones de brujería y herejía se dispararon en estos tiempos. Paralelamente se inicia la crítica religiosa. Fue, en efecto, una época donde chocaron religión, sociedad, política, ciencia y filosofía. Mientras que el barroco, a nivel artístico, se decantaba por la cruda realidad, lo retorcido, y lo complejo, la sociedad científica y filosófica se centraba también más en el mudo palpable que en una perfección estética o utópica socialmente hablando. De esta manera, el neoplatonismo pasó de creencia a filosofía, y de allí, a las estanterías de los estudiosos, pero nunca más con una influencia tan grande como en períodos anteriores.

El término "neoplatonismo" apareció por primera vez en 1827, sin embargo, esto nunca lo hizo resurgir como movimiento esotérico. Sólo en el Romanticismo y en el pensamiento de "lo numinoso", es decir, el sentimiento que abruma al ser humano al percibir su insignificancia, podrían encontrarse algunos atisbos de conocimientos neoplatónicos y deseos de la pertenencia a un Todo, a la manera del filósofo y poeta Schliermacher - uno de los primeros en separar a Platón de sus "alternativos seguidores" - , o en lo santo de la música en las descripciones de Rudolf Otto. Por lo demás, el neoplatonismo sobrevive en pequeñas trazas del pensamiento esotérico, esparcido por el hermetismo, el rosacrucismo, e incluso el gnosticismo y la teosofía, que abrieron otras puertas semejantes, por no hablar del Budismo y otras religiones orientales donde la búsqueda de la unión cósmica y ascensión del espíritu predominan.

Pietro V. Carracedo - pietrocarracedo@gmail.com

Bibliografía:

- Coulianu. I.P. Eros y la magia en el Renacimiento. Siruela, 2007.

- Daxelmüller, C. Historia social de la magia. Herder, 2009

- Tigerstedt, E. N. The Decline and Fall of the Neoplatonic Interpretation of Plato. 1974


Artículos relacionados:

> Historia del ocultismo (III). El primer Renacimiento.

> Historia del ocultismo (II). La Edad Media.

> Oráculos Caldeos


Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.