Espíritus familiares, una forma de supervivencia pagana europea.
La relación entre la brujería y los animales es perenne en todas las culturas. En el caso de Europa, se decía que las brujas se podían transformarse o transformar a otros en animales, o que utilizaban partes extrañas de dichos animales para sus pociones. Además, el demonio, el habitual "compañero" de la bruja, también tomaba una apariencia animal. La relación entre brujería y los animales conserva recuerdos distorsionados de los rituales de agricultura de las culturas pre-cristianas, de este modo convierte los rituales naturales en obscenidades y pecados. El aspecto animal relacionado al culto también terminó siendo considerado maldito o envenenado por las brujas.
El Acta de Brujería de Enrique VIII de 1542 fue el primero en denunciar la invocación de espíritus como felonía y sirvió para condenar a los transgresores a pena de muerte así como a la pérdida de sus bienes en el momento del arresto. Aunque esta acta se atribuía en parte a las tensiones religiosas de aquellos tiempos, la demonología cristiana era una herramienta poderosa en sí misma para erradicar cualquier "resto" del Paganismo. El hecho de que esta acta condenase abiertamente la invocación de espíritus quizá constituye un intento de reforzar la acción de la demonología de erradicar cualquier huella precristiana y la superstición en las creencias populares tradicionales.
El Acta de 1604 contra "la Invocación, Brujería y relación con espíritus malignos y retorcidos" se refería a los espíritus familiares de manera más directa:
"Si cualquier persona o grupo practican o ejecutan cualquier Invocación o Conjuración de un demonio o espíritu, o consulte, pacte, emplee, alimente o recompense a cualquier Espíritu malvado o retorcido con cualquier propósito… deberá sufrir dolor o la muerte cual Convicto o Convictos y perderá el privilegio del Santuario y el Clero. Y ADEMÁS, con el objetivo de que cualquier modo de practicar, usar o ejecutar Brujería, Encantamientos o Hechicería deberían ser de aquí en adelante abolidos y arrebatados". (Acta 1604, I, c.2).
La Ley de Sodomía (Buggery Act) condenaba la sodomía (algo interesante al tener en cuenta los asuntos relacionados con las marcas y los besos del Diablo) pero también condenaba la zoofilia. Esto puede demostrar que el acta no era simplemente un estatuto con un objetivo principal contra la homosexualidad masculina —la cual, si no se consideraba expresamente un rasgo "pagano", era menos atacada en tiempos precristianos. La posición en contra de la zoofilia puede revelar la creencia de que el sexo con un animal lo envenenaba y por ejemplo, volvía su carne y su leche dañinas, por lo tanto resultaba ser una amenaza económica grave. No fueron pocos los que incluían sexo con el demonio familiar, ya que todas las brujas eran consideradas sexualmente inmorales. La relación familiar-bruja también mostraba con tintes eróticos. A esto se le añadían las ideas de desnudez en las invocaciones o sexo con el diablo.
Por otro lado se sabe que la zoofilia ha ocurrido en variadas formas de espiritualidad precristiana a través de Europa por motivos rituales, en periodos en los que la unión entre lo humano y animal/divino (animal contemplado como algo divino) era más común. Sin embargo, más común (y saludable) era la cercanía entre el hombre y el animal que se evocaba en las prácticas originales paganas "totémicas" de vestirse de piel de animales. Estas prácticas ya se criticaban incluso antes en el 542 d. C por el obispo de Aries:
"Si quis Kalendis Januarii aut in vecola aut in cervolo vadit, tribus anis peniteat; quia hoc daemonium est"
"Si alguien va en las Calendas de Enero en una carreta o en un venado, hará penitencia durante tres años, ya que es cosa del demonio".
A esto se le añade la costumbre del continente de "traje popular/folclórico" de disfrazarse como animales de rebaño, algo que podría representar el remanente de los cultos antiguos religiosos relacionados a los animales de rebaño y deidades cornudas. Dioses como Dioniso y Cernunnos, con facilidad se transformaban en el "Diablo" cornudo tan pronto como su veneración se tornó ilegal. No es casualidad que los demonios en los catálogos religiosos también terminaron por tener aspecto animal como los cuernos, pezuñas o apariencia de cabras, cerdos, serpientes, insectos… También este tipo de ropajes a veces albergaban una razón de transformación, al darle a la persona características de estos animales como los berserkers o Ulfheðnar, esto es, un ser monstruoso.
Los romanos y los griegos creían que tras la "persona" (el personaje o el nombre) existía el Genio o Daimon, un espíritu que a menudo podría tomar la forma de un animal. En la magia pagana, estos espíritus podían estar bajo el servicio del mago hasta que les ayudara con su propósito. Este propósito puede ser bueno o malo, pero una vez más sucede una representación errónea y el daimon se convierte en demonio y por supuesto, para la mayoría del Cristianismo "no existen brujas buenas". En los juicios de Essex (1645), hay varios testimonios que indican que después de la iniciación, el maestro de la bruja le da un animal que será su apoyo y guía. Esto demuestra que era una creencia extendida o si no, no habría aparecido con tanta frecuencia en "confesiones" y testigos.
Los gatos se llevaban la peor parte, pero los perros, pollos, ovejas, cabras, caballos y otros animales salvajes (sapos, serpientes, lechuzas) y domésticos también fueron presa de las persecuciones. Hay excepciones como en la brujería siciliana y otras regiones del continente donde las creencias populares contienen hadas, enanos, sirenas, selkies que siempre han constituido dualidades entre el bien y el mal. En el caso de las sirenas y los selkies tenemos de nuevo la mitad animal o una piel de animal.
Los animales a menudo eran percibidos como sagrados —basta con mirar a las divinidades mitad animales, atributos animales u otros animales sagrados para ofrendas—y considerando las evidencias lingüísticas del totemismo en Europa, se destacaría que la palabra latina para "alma" es "anima" pese a que un animal es "animal". La palabra latina "anima" es la forma femenina de "animus", "espíritu", que tiene raíces etimológicas unidas a las de la palabra griega "ànemos", es decir, "viento". Esta relación entre el viento y el espíritu (en latín, spirto, "soplar" o "brisa"") es interesante respecto a la etimología del verbo "inspirar", en particular en los ya mencionados significados de "obsequiar con consejos, arte adivinatorias o genios" lo que devuelve el concepto de "familiar" como una guía externa o interna ("ánima") o espíritu animal. La idea de un animal que va y viene entre diferentes dimensiones también puede encontrarse en prácticas menos sanguinarias que la caza, en especial en la práctica precristiana de buscar señales o respuestas en la naturaleza, como sugirió Murray (1918).
Debemos entender que las interacciones cotidianas con animales eran distintas en los siglos XVI y XVII, la creencia en hadas y demonios como entidades y no como cuentos metafóricos morales era más omnipresente en la Edad Moderna temprana y mientras que las mujeres todavía se llevan la peor parte de las ansiedades sociales y sexuales, está claro que tendrías más probabilidades de que te arrestasen sólo por vivir sola, hablar con tu gato y maldecir en público. Actualmente tener una mascota es muy común, hablar con ellas, llevarla a todas partes… Sin embargo, como ejemplo, los primeros colonizadores ingleses en América, guiados por creencias religiosas, incluso se negaban a darles nombres a algunos animales por el temor a tratarlos como iguales o insinuar que conversaban con ellos.
Mircea Eliade fue uno de los pioneras en tratar el totemismo como una religión y hablar sobre India o Siberia, regiones siempre abandonadas e incapaces de unirse a Europa. Eliade destacó "Los Goldi diferenciaban entre el espíritu tutelar (ayami) que escoge el chamán, y los espíritus ayudantes (syven), subordinados a él y entregados al chamán por el propio "ayami". Por lo tanto, existen un familiar interno y uno externo, el tótem. Gracias a la expansión de lo oriental, es probable que el tótem familiar interno recuerde a los daimon antiguos y los popularizara, convirtiendo al chamanismo en nueva brujería popular. Eliade también especifica los aspectos "domésticos" del familiar, así que, las mascotas serían los nuevos familiares. Enfatizó en la importancia de identificar aspectos animales y humanos en la formación de los primeros grupos sociales, en estados tribales o laborales o sociales. Marchesini (2017) usa la palabra "animal guardián" (tutelar) que también expresa la idea de que el animal cuida de la casa y de la persona.
Rachel Black - raquel_carrasco91@hotmail.com
Bibliografía:
-Casaldi, G.H. Pagan traces in Medieval and Early Modern European witch-beliefs.MA, University of York, 2012
-Eliade. M. Mito y realidad, Kairós, 1999
-Marchesini, R. Tonulti S. Animales mágicos. De Vecchi Ediciones, 2017
- Murray A. M. Witches' familiars in England. Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland. 1918.
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