La Cueva de Salamanca
La ciudad de Salamanca, capital de la provincia de mismo
nombre, en España, es conocida a nivel
mundial por su patrimonio histórico y cultural. La fachada de la Universidad,
por ejemplo, es archiconocida en la
historia del arte, además de ser la tercera universidad más antigua de
Europa. Pero entre fachadas monumentales
y catedrales góticas puede pasar desapercibida una pequeña atracción turística
que se encuentra subiendo la calle Carvajal. Se trata de la llamada Cueva de
Salamanca, la antigua cripta de la Iglesia de San Cebrián, cerrada al público
en 1580 debido a su estado ruinoso, donde se dice que hubo una escuela de
magia. Curiosamente, San Cebrián es la advocación castellana de San Cipriano de
Antioquía, el cual era practicante de
magia antes de convertirse al cristianismo, y que ha sido considerado por
muchos como patrón de los magos.
La historia de la Cueva tiene su primera referencia literaria en la obra Recueil des Histories des Troyes (1464), donde el mítico Hércules enseñaba a los lugareños las artes, las ciencias y la magia, y donde habría dejado una escultura suya que hablara en su nombre para que esos conocimientos no se perdiesen.
La leyenda fue evolucionando, perdiendo su valor clásico y acercándose más al pensamiento popular. Se hablaba de apariciones de cabezas parlantes, de un sacristán que sacaba un dinero extra a través de estas enseñanzas ocultas, Clemente Potosí; pero ganó fuerza que el maestro en dicha escuela no era otro que el demonio Asmodeo o el propio Satán, y que admitía en su seno a siete discípulos, a los cuales instruía en las artes mágicas durante siete años. Al finalizar este período, a uno de los discípulos le tocaba en suerte quedarse allí con él para siempre. Pero, como en toda buena historia popular, el ingenio de uno de ellos logró salvarse de tan fatídico destino, engañando al demonio y entregándole solamente su sombra. Sin embargo, todos le reconocían como nigromante por la ausencia de su sombra. Sobre quién fue este discípulo hay variadas versiones, hay quien lo atribuye a un sacerdote navarro llamado Pierre de Axular, la mayoría al Marqués de Villena, un individuo legendario inspirado en la figura de Enrique de Aragón el Astrólogo (1384-1434), cuyos libros fueron quemados por orden del obispo de Cuenca Lope de Barrientos, al ser acusado de hechicería.
Lo cierto es que esta cripta o sacristía de la iglesia de San Cebrián fue mandada tapiar por Isabel la Católica para prevenir reuniones ilícitas y aquelarres. La iglesia acabó en desuso y destruida, y en el S.XVI se la utilizó como trastero y almacén, tanto de asuntos de palacio como de los negocios locales, pero en 1734 aún había recuerdo de la historia mágica de esta Cueva, y el portugués Francisco Botello narra una breve historia que se desarrolla en este escenario, donde aparecen la Celestina, con un aspecto monstruoso y una demonesa de nombre Mariálvara, de figura femenina salvo en los pies, que eran patas de cabra. El toledano Rojas Zorrilla presenta de nuevo al Marqués Don Enrique dentro de la vida universitaria salmantina, hasta que decide entrar a estudiar lo que allí no se enseña en las Cuevas, de la mano del mago/diablo Fileno. También es escenario de obras de Calderón de la Barca, Ruiz de Alarcón (La Cueva de Salamanca) o Quevedo, que no mencionan explícitamente la leyenda del marqués o del demonio, pero sí remarcan el valor esotérico del lugar.
Aunque muchos han intentado hacer coincidir a Enrique estudiando en Salamanca para atribuirle el papel de la leyenda, en el S. XVI, el padre Feijoo, en su Teatro Crítico Universal, indica que las fechas de tal suceso fueron en 1322, medio siglo antes del nacimiento del Marqués. Sin embargo, tratándose de una leyenda, jugar con fechas no es necesario. No obstante, también en este siglo ganó fama un pequeño grimorio llamado Libro de San Cipriano.
La fama de la Cueva traspasó también las fronteras europeas. Washington Irving y Walter Scott plasmaron las noticias de estas historias acerca de la Cueva de Salamanca, mentando a poderosos hechiceros que allí habitaban. Scott, de hecho, nos dice que era tan poderoso que al agitar su varita, repicaban las campanas de Notre Dame, y aunque evidentemente sea una licencia literaria, da cuenta de la magnitud del reconocimiento de la Cueva.
Igualmente las noticias habían llegado a las colonias americanas, donde se llamaba "salamanca" a las cuevas y grutas donde se reunían los practicantes de magia, claro que en parte estas prácticas no eran sino tradiciones nativas en un intento de sobrevivir.
Volviendo a la cuestión arqueológica, no fue hasta inicios de la década de los noventa que se excavó la zona y se le dedicó la merecida atención y cuidados. Dividida en tres partes, la Torre de Villena (en honor a la leyenda del marqués), la iglesia y la cueva, desde 1993 tiene una parte abierta al público y otra cerrada por riesgo de daño a la excavación. A lo largo del año en la cueva se celebran distintas puestas en escena, sobre todo de las obras teatrales antes mencionadas, así como falsos aquelarres y rituales mágicos en fechas como San Juan o la noche de los difuntos, que ponen de manifiesto la atracción que este fenómeno sigue suponiendo.
Recientemente se iniciaron nuevas excavaciones que descubrieron una red de túneles subterráneos que se extendían por ciertas zonas claves de Salamanca, como el Pozo de las Nieves , el antiguo Convento de los Dominicos, o el de Dueñas, la Catedral, la Universidad o la Casa de las Conchas. Esto reforzó la teoría de que las escaleras por las cuales se decía que el demonio iba y venía del infierno sí que podrían conducir a esta red. El uso más probable era el transporte y almacenamiento mercancías, aunque la existencia de túneles en lugares tan diferentes hace pensar a muchos que se le diese otro uso a estas vías de comunicación. Además, casualmente, comenzaron a ser tapiados y sellados también en época de Isabel la Católica. Si bien su uso no distase de ser aulas para nigromantes, es probable que también fuesen escapes y traslados para espías, fugitivos, vagabundos, ladrones y otras gentes de mal vivir, cuyas vidas tampoco estarían vacías de secretos.
Pietro Viktor Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com
Bibliografía:-Egido , Luciano G.. La cueva de Salamanca. Gráficas
Varona. 1994. Salamanca-Domínguez Berrueta¸ Juan, Salamanca: Guía Sentimental. Diputación provincial, 1952.
-Andrés Pérez, Raúl. La Cueva de Salamanca y la magia del Marqués de Villena: análisis de un mito hispano a la luz de las tradiciones esotéricas. Ediciones Atlantis, 2013
Artículos relacionados: