La escalera de bruja: maldición, péndulo, rosario y amuleto.
La escalera de bruja, también conocida como la cuerda de plumas, cordón anudado, es un fetiche (herramienta) mágico que ha tenido distintos métodos y objetivos a lo largo del tiempo. Los hechizos con nudos han sido frecuentes en la historia de la brujería, pudiendo dividirse en los nudos para conservar, atraer y proteger, como los amarres amorosos, las peticiones, contra las enfermedades... y los nudos para entorpecer o impedir el avance del enemigo, embarazos, negocios, etc. Así mismo, deshacer nudos podía facilitar partos, deshacer embrujos, Frazer en La rama dorada (1922) denominaba este tipo de magia, magia simpática, al hacer un objeto referencia al otro y afectarle.
Aunque su uso se ha popularizado en la brujería moderna, sobre todo entre los wiccanos, lo cierto es que el origen de la escalera de nudos es anterior en un par de siglos. Existía ya en múltiples culturas de oriente y occidente, pero la primera vez que toma el nombre de escalera de bruja y se inserta en la brujería occidental es en 1878, cuando tras demoler una casa vieja en Wellintong, Somerset, Inglaterra, descubrieron una cuerda de metro y medio, que actualmente se encuentra en el Museo Pitt Rivers de Oxford (o al menos una que la recrea, donada por la familia de uno de los antropólogos que postuló su función, Tylor) Dicha cuerda tenía plumas entretejidas, con tres nudos y un espacio para poder colgarla, en la idea de que ayudaría a subir a los techos (de ahí escalera, eng. ladder) Aunque su función no quedaba clara, fue identificada por A. Colles y E. B. Tylor como un acto o herramienta ritual, dado que se encontraba, casualmente, en una sala con seis escobas y una silla, e investigaron sobre supersticiones semejantes, llegando a una conclusión aparentemente pueril, febril hasta cierto punto por la emoción del momento. En la presentación académica que hizo Tylor de la escalera de bruja, hubo detractores que sentenciaron que dicha cuerda no era más que un espantador de animales, como los que se cuelgan en ventanas y jardines en las granjas y casas de campo, y que su localización en el ático de una casa vieja y abandonada no tenía ningún tipo de justificación. Tylor intentó contactar con novelistas en los que aparecían instrumentos parecidos a la denominada escalera de bruja, pero no recibió de ellos ningún origen concluyente más allá de los ya mencionados hechizos populares de anudamiento, quedando su teoría coja, pero no exenta de que las interpretaciones que hizo pasaran al mundo del ocultismo y el neopaganismo.
El antropólogo Frazer fue ferviente seguidor de Tylor y de la teoría del artefacto mágico. En sus estudios, Frazer, como se indicó al principio, remarcó mucho las cuestiones acerca de los nudos con propósitos mágicos, y señalando situaciones folclóricas donde las cuerdas eran asociadas a la brujería, reportando varios casos del mundo que pudieran respaldar la teoría del profesor Tylor. Por ejemplo indicó Escocia, donde habían sido reportados casos de mujeres y niños que uniendo cuerdas y pelo de las colas de las vacas vecinas, obtenían leche de las mismas "ordeñando las cuerdas", dada la similitud de apretar los nudos, y dejando a los vecinos con vacas que, a pesar de encontrarse sanas, no daban leche. Recopiló otros testimonios en tierras británicas donde cuerdas anudadas se colgaban de los techos - de ahí, según él, el lazo final de la escalera de bruja de Colles y Tylor- y se hacían girar una vez más para obtener leche o mantequilla por semejanza de estrujar y soltar. Justificando esta popularidad, indicó que algo semejante se hacía en la región de Bohemia, en la actual República Checa, con la indicación explícita de que la cuerda fuese de una campana, siendo las campanadas el indicativo de la acción mágica, y el momento propicio para "ordeñar". En Alemania, además de con cuerdas, existía un ritual con los mismos fines mediante el uso de una escoba que, clavada a la pared desde el extremo del palo, se movía arriba y abajo, como bombeando la leche hacia el hogar.
Fuera de la Europa del momento, señaló que en India, una cuerda debe tocar a la persona que se busca conjurar, preferiblemente desde lo alto y en la noche, y después, la bruja o brujo anuda un extremo y chupa y succiona por el otro, extrayendo la sangre del hechizado, haciéndolo enfermar. Como contrapunto, en Australia se utilizaba una cuerda anudada al enfermo y el hechicero sorbe mediante la cuerda la enfermedad.
Todo esto estaba muy bien, pero una cuerda con nudos no era lo mismo que una cuerda con nudos y plumas entre medias. Frazer indicó que en Australia era común que el hechicero o chamán tribal anudara a un palo o lanza plumas de distintas aves, grasa humana o animal y un objeto de la persona a la que buscaba conjurar y matar. El palo era clavado en el suelo y después se le prendía fuego en una pequeña hoguera a sus pies, enunciando una serie de encantamientos, de manera que cuando el palo cayera, así lo haría el hechizado. La intención de Frazer aquí era indicar el simbolismo de las plumas: que el hechizo "volara" hacia los dioses o hacia la tribu enemiga, considerando que las plumas de la escalera de bruja pudieran haber tenido una función análoga, ya fuera contra alguien o, de nuevo, con las vacas de alguien.
Uno de los testimonios que recogió Frazer, pero igualmente indemostrable, pertenecía a un tal W.H. Ashby, que aseguraba la continuidad de uso de las escaleras de bruja, que Frazer prefería llamar "cuerda de plumas", pero con fines pendulares. Esto es, se fabricaban con ciertos elementos considerados mágicos como paja, plumas de aves vivas, etc., y se colgaba del techo, haciendo preguntas y dejando que se balanceara, viendo hacia dónde se inclinaba, pudiendo indicar una respuesta afirmativa o negativa, o señalando la dirección donde se encontrara un culpable o persona deseada.
Por otra parte, poco después, el folclorista Godfrey Leland (1887), en sus estudios por Europa, en concreto en Italia, identificó esta "escalera de bruja" un tipo de ritual que llevaban a cabo las Strega o brujas italianas, que lo denominaban guirnaldas, y que tenían propósitos destructivos, como enfermar a quienes dormían cerca de ellas (evidentemente, las brujas o culpables las situaban así). Tomando por base un caso florentino, estas cuerdas se diferenciaban además porque las plumas, de gallina negra, estaban anudadas y no entretejidas, y que además se unía o enrollaba en una figura o muñeco de pollo hecho de tela antes de dejarlo en el lugar que se pretendía hechizar. Según Leland (1892) esta tradición sería una continuación de los conjuros etruscos trenzando cabellos. Indicaba además que en los rituales africanos y afrocaribeños, el uso de plumas y huesos estaba muy extendido en amuletos y hechizos. Sin embargo, las obras de este autor nunca fueron consideradas estrictamente académicas, ya que recogía cuentos y tradiciones populares que solía adornar con toda clase de metáforas, simbolismos y elementos sorprendentes. Quien sí lo tuvo en cuenta fue Gerald Garner, el considerado padre de la Wicca, y otros precursores del neopaganismo.
Tanto en este como en otros ejemplos de contextos más modernos, hay elementos repetidos en la preparación del hechizo: la cuerda debía ser siempre de algún elemento natural, fibras, lana, algodón... Las plumas deben insertarse, de la manera que sea, durante el tejido o anudamiento de la cuerda: no vale clavar las plumas después, debían unirse al fetiche durante su creación. Lo mismo ocurre con los nudos, ya que no hay manera de anudarlos a posteriori. Con cada nudo debe pronunciarse el conjuro o meditar acerca de los objetivos que se persiguen. Al anudar el último, se cierra el conducto de la energía, que queda en la cuerda y en lo que simboliza. Lo mismo ocurriría al desanudarla, si se desease anular el hechizo o propiciar una "salida" de energía; otros métodos para evitar el efecto del hechizo eran descubrirla y quemarla, o acudir a purificarse con agua bendita.
Algunos de estos aspectos se conservan en las tradiciones wiccanas y neopaganas que hacen uso de este tipo de instrumentos, como el uso de elementos naturales en su fabricación. Respecto de los elementos animales, éstos deben haberse obtenido sin sufrimiento del animal, pudiendo recogerse plumas o cabellos caídos. Lo mismo en el caso del uso, en lugar de lo anteriormente mencionado, de huesos, una costumbre que parece tener su origen en la fusión con los rituales afrocaribeños. En la Wicca, además, se ha popularizado el uso de cristales, sobre todo de cuarzo, para adornar y cargar estos fetiches, junto con medallas, amuletos o abalorios que porten simbolismo y sentido a la petición.
Sobre la magia de nudos actual hay múltiples ejemplos en distintos libros de sombras y manuales de magia moderna, desde los nudos celtas y nórdicos con significados de sentido universal y humano, como la unión de los elementos, los masculino y lo femenino, el ciclo del tiempo, la consecución de la prosperidad, la amistad, etc., a distintas asociaciones de lazos de colores y objetivos como el amor, entrelazando flores; el dinero, insertando monedas entre las cuerdas; protección de la salud o los viajes, mediante plantas o plumas, y un largo etcétera que varía por cada libro o región. Así, en Grecia o Turquía no faltan los ojos turcos para evitar el mal de ojo o los encantamientos, ni en el norte de África y sur de Europa las Jamsa o manos de Fátima, ni por supuesto los pentagramas o cruces.
La escalera de bruja, tomada por forma tradicional, continúa realizándose, normalmente con tres cordones, o con un número de cordones concreto, que se trenzan, y cuyos colores señalan los objetivos del hechizo. El número de nudos más comunes son el tres (literalmente, inicio, nudo y desenlace del hechizo), y nueve. De éste último se ha hecho popular un poema de supuesta tradición del norte de tierras británicas, pero realmente popularizado por la novelista e historiadora Deborah Harkness:
Del que existen varias traducciones al español, habiendo escogido para este artículo el que más trata de conservar a la rima, siempre facilitadora mnemotécnica del ritual, aunque no tanto la traducción literal:
Con el nudo primero, el hechizo empiezo,
Con el nudo segundo, se realizará seguro,
Con el nudo tercero, obtengo lo que deseo,
Con el nudo cuarto, el poder guardo,
Con el nudo quinto, doy vida al hechizo,
Con el nudo sexto, afirmo que ya lo tengo,
Con el nudo séptimo, ocurrirá lo que pido,
Con el nudo octavo, el destino ato,
Con el nudo noveno, el hechizo está hecho.
Estos nudos tienen una forma preferente de realizarse: el primero central, el segundo inicial o final y el tercero final o inicial. El resto irían anudándose en orden de derecha a izquierda centrándose entre éstos tres iniciales.
Sin embargo, deben destacarse dos cambios importantes que las escaleras de bruja han sufrido en su paso al mundo neopagano occidental:
el primero, que los nudos han sido sustituidos, en muchos casos, por abalorios o cuentas, que preferentemente estarán fabricadas de cristales o minerales, de arcillas, o mezclas de ésta con ciertas especias, madera o fibras naturales, y coloreadas, o no, con intencionalidad simbólica. El número de estas cuentas varía según el fabricante, siendo el mayor número estándar el 40, que por otra parte guarda gran simbolismo acerca de los grandes cambios (como puede verse en los ejemplos bíblicos, o en el hecho de haber sobrepasado las tres decenas, un número considerable entre los más completos y equilibrados), así como múltiplos de otros números con un significado particular para el propósito perseguido, o números repetidos o capicúa para intensificar dicho poder.
El segundo punto es su uso práctico. En la actualidad, aunque siguen existiendo hechizos de nudos como los anteriormente mencionados, se ha vuelto mucho más popular que las escaleras de bruja se utilicen como amuletos personales, que cumplan la petición solicitada sobre el portador, así como, en el caso de que los nudos hayan sido hechos con tal intención, sirvan de talismanes o amuletos protectores. Dado el aumento de seguidores de costumbres tradicionalmente mágicas, se ha extendido su utilización como herramientas rituales, cumpliendo con funciones semejantes a las de un rosario cristiano o los mala tibetanos, donde las cuentas ayudan al propietario a contar de manera más precisa el número de repeticiones de oraciones, meditaciones o conjuros. Dichas cuentas pueden dividirse dentro de la cuerda mediante los nudos, agrupándose en números menores (de tres en tres, de diez en diez, etc.)
También se utilizan como collares o pulseras, y como amuletos protectores y decoraciones de pared, a la manera de caza-sueños o guirnaldas rituales. Su uso como péndulos es notablemente menor.
Fueran reales o no las consideraciones de los criticados Colles y Tylor, lo cierto es que, sin su aportación, es probable que el neopaganismo y la magia actuales carecieran de una herramienta tan estética como versátil.
Pietro Viktor Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com
Bibliografía:
- Colles, A. A Witch's
Ladder" Folk-Lore Journal. Vol 5, No 1 (1887), pp 1-5
- Guiley, R. E. The
Encyclopedia of Witches and Witchcraft. New York: Facts On File, 1989
- Frazer, J. "A Witch's Ladder" The
Folk-Lore Journal. Volume 5.
-Frazer, J. La rama dorada. Trad. Campuzano,
E. y T. Fondo de cultura económica, México (2011)
- Leland, G.
Another witch's Ladder. The journal of American Folklore. (1892)
- Leland, C. "The Witches' Ladder" The
Folk-Lore Journal. Volume 5.
- Wingfield, Chris (2010) "A case re-opened:
the science and folklore of a 'Witch's Ladder'", Journal of Material Culture,
15(3)302-322.
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