La magia en la Hispania y Lusitania prerromanas (II). Magia guerrera, exvotos y amuletos.
Continuamos el artículo sobre la magia prerromana en el territorio peninsular. Dejamos enlace a la primera parte:
Y continuamos sobre los temas que no nos dio tiempo a tratar en esta segunda parte:
Magia guerrera
Aparte de la representación de animales como forma de hacerse con su fuerza, como podía ocurrir con los lobos, los osos y los toros, en el mundo celta y nórdico existía la costumbre de la ingestión de alimentos y bebidas concretos cuyo fin era "desatar" esas fuerzas en el guerrero, el berserker, o para la realización de varios ritos de fuerza "masculina", los männerbunde. Algo parecido debió existir entre los pueblos peninsulares..
Plinio (8, 130) cuenta que en Hispania había lo que él llama una "superstición" sobre los osos, por la cual se creía que su cerebro contenía la rabia del animal. Por ello comerse sus sesos o beberlos era algo relativamente frecuente si las circunstancias lo requerían. Según él, recogían los cráneos de los animales muertos en espectáculos, y quemaban el hueso con el fin de obtener el interior comestible.
Apiano (Iber. 48) hace mención a la piel de lobo que lleva encima un heraldo de los Nergobrigenses. Hay vestigios del lobo como animal relacionado con la fuerza, la guerra y la muerte, así como más pueblos que realizan sus "metamorfosis" con la esencia de dichos animales a través de vestirse con sus pieles. En el interior del espacio urbano ibérico del yacimiento de La Alcudia se encontró una representación con carácter protector de un guerrero con piel de lobo, relacionado con los heroa que se verán más adelante.
Por supuesto, existe la teoría de las protecciones y potenciadores mencionados en la primera parte del artículo, acerca de las incrustaciones de ciertos materiales en las armas. Además de bronce, oro, etc, es probable que algunas piedras tuvieran también este valor talismánico y dador de fuerza, como la caliza negra.
Exvotos
Tenemos testimonios de exvotos en santuarios ibéricos, sobre todo en el sureste peninsular. Estos exvotos, con una clara intención de magia simpática, buscaban sobre todo la curación de una parte del cuerpo, solicitado a la divinidad a cambio del exvoto u ofrenda. Sobre todo se han encontrado extremidades (piernas, pies, brazos, incluso torsos y cabezas), pero tambié alguna representación de órganos o dolencias desconocidas, de las cuales se cree que pudieron representarse en dichas partes siendo pintadas, aunque no lo hayamos conservado. Igualmente hay falos, dentaduras, ojos… y partes del cuerpo totalmente deformadas, que podrían ser deformidades o tal vez, una representación de la enfermedad.
Magia protectora
La intención protectora o apotropaica se refleja de manera mágica en varios aspectos de los pueblos prerromanos. El primero de ellos es la costumbre de exhibir cabezas o manos de enemigos o animales, no sólo como trofeo, también con un fin atemorizante para quien lo viese, incluyendo a seres divinos o espirituales. Ofrecer las cabezas o las manos de los sacrificios como ofrenda propiciatoria a los dioses es algo relativamente frecuente en el mundo celta antiguo, sin embargo de ello sólo tenemos registros en la zona lusitana, donde se cortaba la mano derecha a las víctimas. En el resto del territorio peninsular sí se ha comprobado la costumbre de exponer cabezas clavadas en las puertas de las murallas o de las casas, así como hay testimonios de que eran llevadas como adornos o amuletos en las sillas de los caballos. Igualmente se han encontrado relieves y pinturas de cabezas animales (toros, etc) como decoración de las puertas de las casas. No olvidemos que las puertas son siempre "lugares de paso".
Existe otra costumbre atestiguada que es la de la protección de las murallas mediante el enterramiento intramuros de vasijas que contienen restos animales o humanos. En la cultura antigua - y aún hoy día, aunque sin recuerdo de los motivos - los restos de los difuntos se situaban siempre fuera de las poblaciones, porque pertenecen "a otro mundo" (por ejemplo los cementerios de los pueblos, siempre apartados o en terreno sagrado, nunca dentro de los muros ordinarios). El hecho de mantener un muerto en el interior es un acto excepcional. Un ejemplo evidente lo encontramos en Numancia, donde además puede contrastarse que los lugares de colocación no eran casuales, siendo entradas, salidas y esquinas. Aún se duda de si los restos de las vasijas serían humanos o no, en cualquier caso, tendríamos paralelos con los llamados heroa intramuris hallados en el sur de Francia - y que parecen seguir costumbre griega- restos humanos protectores que "refuerzan" el muro, junto con otras costumbres indoeuropeas como enterrar a alguien vivo en edificios de gran importancia, etc., que seguirían la misma idea del espíritu que permanece en el lugar.
Existían también santuarios de heroa extramuris, pero éstos tendrían valor protector o benefactor en sí mismos. O también marcadores de territorio, como se ha propuesto en los casos de esculturas halladas en Obulco y Huelma, tal vez fundadores míticos o no, que delimitaran las poblaciones y territorios.
Amuletos
Del sur de la península ibérica podemos destacar los hallazgos de numerosos amuletos fenicios, la mayoría procedentes del comercio con los mismos. Tenemos imágenes solares, animales y figurillas de divinidades propiamente fenicias y egipcias como Astarté, Melqart… Podemos destacar el anillo gaditano con inscripción fenicia: <<a Moloch y Ashtar de Agadir>> (S.III aC), o los estuches amuléticos de Évora (Portugal), de época helenística, con el dios Bes. Algunos amuletos fenicios nos han transmitido la semiotización del rito funerario. Por ejemplo, los amuletos en forma de lengüeta y su uso en collares, otros en forma de estuche tubular con tapadera de halcón o disco solar, la barca solar, grandas, etc… que se han encontrado en representaciones de sacerdotes en bronces ibéricos.
Sin embargo, estas representaciones no pueden considerarse autóctonas, ya que se reconocen exteriores por su origen y factura. Aunque hay amuletos y talismanes autóctonos, o no se nos han conservado, queda claro que en la zona sur la presencia fenicia tenía tal importancia que la religión indígena quedó en gran parte sepultada.
En las zonas mediterráneas, Ampurias y alrededores ocurrió algo parecido por la influencia etrusca y griega. Encontramos símbolos solares, fálicos…
Una de las mayores dudas acerca de la representación indígena o importada es la del árbol de la vida, existente en ambas culturas. La mayoría de amuletos, sortijas y sellos que contienen esta iconografía consisten en la figura del árbol flanqueada por dos animales sagrados, ya sean dos grifos, dos ciervos, dos cisnes, dos halcones, dos cabras…
Amuletos con forma de animales serían los más considerables como indígenas, con la excepción de aquellos de los cuales no tenemos vestigio que tengan importancia, como puede ser la abeja, la cual sí tenía relevancia en ámbito púnico. Entre las representaciones más comunes encontramos toros y ciervos como símbolos solares, y vacas y caballos como símbolos lunares. A veces los caballos tienen un significado de ultratumba, como ya se indicó anteriormente. Conservamos fíbulas con representaciones de toros, ciervos, jabalíes… y también brazaletes serpentiformes, aunque la mayoría de estudios apuntan a una posible influencia griega al respecto. Se han hallado igualmente lo que parecen colgantes de huesos y dientes de lobo (perforados) , que hacen pensar que tendrían algún tipo de función amulética.
Parece propiamente íbero el llevar varios talismanes colgados en un mismo collar de bolas o aritos. Algunos objetos pequeños entran en la duda de si eran amuletos o exvotos, como las diminutas hachas antes mencionadas. Por su parte, podemos pensar que algunos minerales como la turquesa tenían un valor mágico unido al estético, o que se los consideraba amuletos, como la piedra ceraunio, protectora de los rayos. Un modelo de estos collares con cápsulas para piedras sería el llamado Collar de Elviña, y se colgaban también cascabeles, cuentas de cornalina y oro, como un porta-amuletos.
Pietro V. Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com