Los minerales en el judeocristianismo.
Las piedras preciosas son piedras notables por su color, brillantez o rareza. Tales piedras se han mantenido siempre en alta estima en todas partes, particularmente en Oriente con usos ornamentales como anillos, brazaletes, gargantillas o collares. Como símbolo de poder, las coronas de los reyes, así como sus vestidos, y los de sus oficiales y de los sacerdotes, eran adornados con estas gemas. A pesar de que tanto el judaísmo como el cristianismo rechazasen la superstición, en la Biblia aparecen múltiples piedras preciosas y otros minerales con significados simbólicos.
El análisis sobre su significado fue objeto de una cantidad considerable de literatura en el siglo IV, siendo sintomático de que no era una cuestión fácil de resolver, un problema de traducción que derivó en un problema ontológico:
Debe notarse que los antiguos no clasificaban sus piedras preciosas analizando su composición y formas cristalinas, dándoles nombres de acuerdo a su color, su uso o el país de donde provenían. Las piedras a las que se aplicaban los nombres hebreos ya no podían identificarse, y los traductores adoptaron el mismo nombre hebreo por diferentes palabras griegas.
Las piedras podían ser del mismo o casi del mismo color, pero de diferente composición o forma cristalina, llevan nombres idénticos. Otra dificultad se debe a que los nombres han cambiado con el transcurso del tiempo, siendo su zafiro nuestro lapislázuli.
Paradójicamente, conocemos más sobre las piedras consideradas preciosas en Egipto, Asiria y Babilonia que en el mundo semítico.
Sobre los textos cristianos, tenemos las Etimologías de San Isidoro, escrito por San Isidoro de Sevilla a modo de enciclopedia durante el siglo VII. En esta obra se recopila una gran cantidad de conocimiento de su tiempo, incluidas descripciones de piedras preciosas y semipreciosas. En su libro "De Lapidis" (Sobre las piedras), San Isidoro aborda cuestiones relacionadas con las propiedades físicas y simbólicas de varias piedras, así como sus usos y significados en la época. En las Etimologías trata cuidadosamente la apariencia y origen idiomático de los minerales, aunque puntualmente también añade su parte cristiana:
<< Pretenden algunas personas que el jaspe sirve de talismán y tutela a quien lo porta, pero creer esto no es fe, sino superstición. >> Etimologías XVI, 7. Gemas verdes.
El rey Alfonso X de Castilla, conocido como "el Sabio", también escribió sobre piedras preciosas en su obra "Lapidario". Este texto es una especie de enciclopedia de gemas y minerales, donde se describen y clasifican diferentes piedras preciosas y semipreciosas según sus características físicas y supuestos poderes medicinales o mágicos. Esta obra contiene mucha información no hebrea, sino oriental: así, puede decir abiertamente cosas como que el rubí da suerte, que el azabache provocaba disputas, que la turquesa era mala para los comerciantes, o que el cuarzo atraía las lluvias.
En el mundo judío, hay menciones y discusiones sobre piedras preciosas en varios contextos. Estos textos a menudo se refieren a las gemas en relación con la ornamentación del Templo de Jerusalén, en los rituales religiosos judíos, así como en la literatura mística y esotérica judía, como la Cábala. Como se vio en el artículo: Magia medieval judía (II), el uso de un mineral no podía, en ningún caso, ser considerado idolatría, y sus usos eran normalmente medicinales, e incluían grabados con nombres divinos.
El pectoral del Sumo sacerdote
Lo más llamativo en su tradición son las piedras que aparecen en el pectoral del sumo sacerdote, representando cada una de ellas "Las Doce Tribus de Israel"
Se conoce el "pectoral del juicio" o "pectoral del discernimiento" como pieza importante del vestuario sacerdotal descrito en el libro del Éxodo en el Antiguo Testamento. Las piedras y las tribus que representaban son descritas en Éxodo 28:15-30 y 39:8-21, colocadas en el pectoral en el mismo orden en que las tribus acampaban alrededor del tabernáculo en el desierto durante el Éxodo.
Sardio (Odema): Representaba a Rubén.
Topacio: Representaba a Simeón.
Carbunclo (Nofec): Representaba a Leví.
Esmeralda (Bareket): Representaba a Judá.
Zafiro: Representaba a Isacar.
Diamante (Yahalom): Representaba a Zabulón.
Ágata: Representaba a Dan.
Ágata de ónice (Leshem): Representaba a Neftalí.
Jacinto (Sapir): Representaba a Gad.
Jacinto (Yahalom): Representaba a Aser.
Jacinto (Leshem): Representaba a José.
Amatista (Achlamah): Representaba a Benjamín.
Se consideraba que el pectoral tenía propiedades místicas o divinas que permitían al sumo sacerdote comunicarse con Dios y obtener orientación divina en asuntos importantes para la comunidad. En la tradición judía, este pectoral era visto como un símbolo de la responsabilidad y la autoridad del sumo sacerdote para representar al pueblo ante Dios.
Textos y minerales con significados especiales en la Biblia.
Sus menciones no tienen poderes mágicos o esotéricos, antes bien, se asocian a cuestiones espirituales, a metáforas de la gloria y la prosperidad. Citamos unos ejemplos:
En Ezequiel 28 vemos como las piedras preciosas se asocia a la riqueza espiritual:
"Estuviste en el Edén, en el huerto de Dios; tus vestiduras estaban adornadas con toda clase de piedras preciosas: cornalina, topacio, jaspe, crisólito, berilo, ónice, zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; todo estaba cuidadosamente preparado para ti en el día de tu creación."
Mientras que en el Apocalipsis 21 vemos otra mención en la nueva Jerusalén:
16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. 17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. 18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; 19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; 20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.
Las leyendas posteriores y externas a la Biblia fueron modificando ciertos minerales y cristales para formar sus propios trasfondos: por ejemplo, decir que la piedra de sangre era en realidad la sangre cristalizada de Jesús, caída desde la cruz.
Reinterpretación de los cristales para el "uso piadoso judío y cristiano".
Aunque las piedras en un "uso cristiano" representarán una metáfora de la riqueza espiritual, comparten con el "uso new age" usarlas como tokens que representan valores religiosos o morales: el rubí como símbolo de sacrificio y compasión; el zafiro como pureza; o la malaquita como protector, irónicamente, de brujería.
Por ello donde divergen es en que existan energías, donde las piedras son catalizadores de buenas/malas vibraciones. Del mismo modo, entroncan con el zodiaco para ayudar en las deficiencias que estos arquetipos presentan.
Aunque algunos cristianos muestran reticencias sobre el uso de piedras como práctica espiritual, no hay evidencias en la Biblia que demuestran que estén prohibidas como tal. A fin de cuentas, dependerá de cada persona usar piedras en su búsqueda espiritual.
Nuria Acquaviva – nuriacquavivaps@gmail.com
Bibliografía:
- Cantera Montenegro, Los judíos y las ciencias ocultas en la España medieval. En la España medieval, 2002 (25), pp. 47-83.
- Gauding, M. The Signs and Symbols Bible: The Definitive Guide to Mysterious Markings. Sterling Publishing Company, Inc., 2009
- Lapidario de Alfonso X
(ed. modernizada basada en la edición de Sagrario Rodríguez M. Montalvo (1981)
de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Artículos relacionados:
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> Lapidario de Alfonso X el Sabio. Minerales y astrología en el medievo hispano.