Magia sexual y magia amorosa

26.11.2024

Desde la antigüedad hasta nuestros días podemos decir que la magia amorosa y la magia sexual han estado presentes de manera continuada y sin apenas cambios en lo que al desarrollo de pensamiento y ritual se refiere. En la actualidad es probable que se hagan mayores distinciones entre una y otra, pero ello tampoco reviste de mayor importancia. En este artículo vamos a realizar un breve análisis de los fines y métodos generales de estos tipos de magia, ya que, pese a que hemos comenzado generalizando, las distintas culturas y sociedades también han ofrecido muchas diferencias notables en algunos aspectos.

Para comenzar, iniciaremos indicando que la magia sexual es anterior a la amorosa. Para ello nos basamos en los estudios de los antropólogos y los prehistoriadores, quienes han comprobado que la representación de los órganos genitales masculinos y femeninos tenía un carácter mágico, en este caso, relacionado con la fertilidad y la naturaleza. Esto también es magia sexual, aunque su finalidad no sea el sexo. En las sociedades históricas como la griega continuamos encontrando rituales agrícolas donde las vulvas o los falos salían en procesión para garantizar buenas cosechas, así como su protección. El gesto del dedo medio, hoy en día un insulto, comenzó siendo un símbolo fálico con fines apotropaicos.

En India, un tipo de jade rojizo es llamado Shiva Lingam, el falo de Shiva, y se considera un amuleto para el amor y la prosperidad. Pudimos ver otros ejemplos de magia sexual, tanto con fines benéficos como maléficos, en el artículo de la magia femenina hindú Strikarmani y en los Papiros Mágicos Griegos.

A estos aspectos debemos sumar el propio acto sexual en un contexto sagrado: masturbaciones masculinas sobre los cultivos, mostrar la vulva a los campos y los ríos, así como tener sexo en lugares "propicios" para ello han sido actos mágicos sexuales que podemos encontrar en muchas culturas a lo largo del globo. Véase, por ejemplo, la importancia del sexo ritual en varios colegios sacerdotales egipcios y mesopotámicos, la recreación de las hierogamias, la prostitución sagrada… También tenemos ejemplos mucho más simbólicos, como el entierro de corazones en agujeros de la tierra entre los Aymara bolivianos, para "fecundarla o iniciar el sangrado menstrual", y por lo tanto, ayudar a que los campos den buenos frutos.

La magia sexual ha evolucionado, siguiendo sobre todo filosofías orientales como el Tao o el Tantra, hacia el uso del sexo como medio y como fin, pero ya no tanto con el entorno como con uno mismo. El placer y el orgasmo son utilizados desde el punto de vista de las energías, pudiendo de esta manera manifestar deseos o transmitir dichos flujos energéticos a un propósito o persona. Igualmente hay quienes utilizan el sexo como forma de purificación o de activación de chakras o puntos energéticos. Existen muchas formas de magia sexual, desde la masturbación al sexo con otras personas, siempre siendo consciente de su faceta ritual. Mantiene en muchas ocasiones las ideas alquímicas y agrícolas de la unión de lo masculino y lo femenino como forma de conjunción mágica, empero, la forma de ver la sexualidad hoy día es tan distinta que estas uniones masculino-femenino pueden ser puramente simbólicas entre los practicantes.

En las religiones New Age como la Wicca y otros campos esotéricos y ocultistas, se da mucha importancia a la sexualidad femenina, en asociación sobre todo con el agua, la luna y sus ciclos. Un acto mágico para algunas practicantes puede ser masturbarse o tener sexo con una periodicidad concreta en relación a estos ciclos, como ofrenda o como hechizo. Los participantes masculinos pueden participar mediante actos como la bajada de la luna gardneriana o haciendo lo mismo que ellas, pero en su caso en relación con fuerzas masculinas como el sol y el fuego.

También se utilizan puntualmente los fluidos sexuales y menstruales como ingredientes para ciertos hechizos y ungüentos, normalmente en hechizos relacionados con embarazos e infertilidades, pero sobre todo con fines eróticos, aunque podríamos decir que eso entra dentro del campo de la magia amorosa.

La magia amorosa se caracteriza por tener un fin más emocional , aunque también puede buscar la unión pasional y sexual. Según Malinowski o Frazer, la magia amorosa se desarrolla cuando el ser humano trasciende de la necesidad de procrear, a la posibilidad de escoger pareja en función de capacidades, posesiones, familia, religión, etc. En otras palabras, cuando se convierte en un ser social, modernamente hablando. En ese momento parece necesario para quienes no tienen los estándares deseados poder manipular a las partes contrayentes. Si bien se tiene la idea de que son las mujeres las principales conocedoras y realizadoras de este tipo de magia, lo cierto es que el número de clientes masculinos desde la antigüedad choca con esta imagen. Además, también hay registros de hechizos de amor realizados por hombres para mujeres. Es como si la solicitud de un hechizo de amor fuese tan vergonzosa que fuera necesario acudir al sexo contrario para pedir auxilio, o tal vez, en la idea de que de esta forma el hechicero conoce mejor las características de su víctima (al menos en contextos heterosexuales, claro). En la actualidad, una vez más, la sexualidad y las relaciones han cambiado y cualquiera puede llevar a cabo hechizos, sea cual sea género y sexo tanto de quien lo hace como de quien lo solicita y a quién vaya afectar.

Sin embargo, si bien la magia sexual estaba más centrada en trabajo personal para fines propios y comunitarios, la magia amorosa conlleva una manipulación, por lo que el componente ético y moral se encuentran más presentes: ¿es correcto manipular los sentimientos de otra persona?, ¿es un acto egoísta por parte del solicitante?

Cabe destacar que en la magia amorosa se utilizan mucho más la manifestación y la recitación de hechizos y encantamientos, más allá del simple acto mágico. En dichos encantamientos, desde la antigüedad hasta hoy en día, predomina decir en voz alta el nombre de la persona a encantar y visualizarla a través del movimiento del hechizo (por ejemplo, mientras se realiza un nudo o se gira una rueda imaginaria para que la persona regrese). En hechizos más ligeros, como la búsqueda de esposo, bastaba con realizar visualizaciones en cuencos de agua.

En la magia amorosa destacan tres modelos clave: el amarre, la vela y el filtro. Los dos primeros se basan en la magia homeopática o simpática, donde lo semejante afecta a o semejante. El filtro tiene la intención de afectar a través de ingredientes que se consideran mágicos y tienen correspondencias astrológicas y herbológicas de tipo amoroso. El amarre se considera el más poderoso de los tres, mientras que el filtro o poción se considera el método más complejo pero el más flojo.

En la actualidad, tanto en los amarres como los hechizos con velas, que también son llamados amarres a veces por sus similitudes, se pone especial énfasis en la manifestación limpia de lo que se desea. Previo a la realización de un hechizo amoroso, se realizan purificaciones o meditaciones donde se concentre el sentimiento que se busca transmitir, para focalizar y potenciar los resultados. La persona, además, debe estar convencida al 100% de lo que quiere: si tiene dudas, o si la dudosa moralidad de los amarres le afecta a nivel emocional o psicológico, el conjuro no será efectivo porque reflejará también esas dudas.

Los amarres funcionan por tratarse de ataduras simbólicas. Existen amarres con nudos físicos desde la antigüedad, atando cuerdas, paños, trozos de ropa, etc; también se atan dos figuras o dos fotografías de las personas implicadas, o en lugar de atarlas, son pegadas mediante cera de abeja o miel, elementos dulces y pegajosos que evocan una unión amorosa.

Si por el contrario, lo que se busca es romper una relación, ya sea por ser tóxica o por tratarse de una rivalidad, entonces lo que se hace es precisamente lo contrario: desanudar o cortar simbólicamente la cuerda o nudo que ata a las partes implicadas. Uno de los sistemas más conocidos es poner dos velas que representen a cada persona, atadas con un hilo de lana, y esperar a que, según se derrite la vela, el fuego alcance el hilo y de esta forma lo queme y ambas velas queden sueltas. Profundizaremos en el uso de velas unos párrafos más adelante.

Igualmente encontramos otras formas de "amarrar" a una persona, por ejemplo, utilizando un objeto personal, una uña, un cabello…: en las leyes de la magia una parte puede sustituir al todo, por ello, se cree que lo que le ocurra a una pequeña parte de alguien afectará a la totalidad. Si un objeto o parte de la otra persona se lleva encima, - ya sea en un saquito con algún cristal rojo para la pasión, con hierbas de amor o un mensaje escrito, - o se ha recreado un trato cariñoso guardándolo en algún lugar donde está protegido y bien cuidado, - como un altar, bajo la almohada o en una figurita de arcilla o trapo -, se piensa que la persona hechizada percibirá la cercanía y el bienestar, y se sentirá afectado por los elementos de pasión o amor que tenga colocados cerca esa parte suya.

Ocultar los nudos es una forma eficaz de "asegurar" la continuidad del hechizo, ya que si por accidente es descubierto o se desata, el hechizo perdería su fuerza.

Es el mismo pensamiento que se tiene para las maldiciones, ya que también maltratando una parte de la persona, esa persona sufriría un mal equivalente. En magia amorosa se utiliza contra exparejas o rivales.

En cuanto al uso de velas, se utilizan casi exclusivamente de color rojo, ya que evocan la pasión, el amor y la sangre. Se asocian además al planeta Marte, amante mitológico de Venus, y al propio planeta Venus, cuyo color como lucero matutino es también el rojo. El uso de velas está vinculado también al fuego y a la idea de "derretirse" por alguien, así como de hacerse maleable y manipulable, como la cera caliente. La utilización de las velas puede hacerse simplemente encendiéndola con ese propósito o ritualizándola, escribiendo el nombre de la persona amada, pegándole una foto o un objeto suyo, y cubriéndola de aceites, incienso u otros símbolos y objetos relacionados con el amor, por ejemplo, escribir el símbolo de Venus, dibujar corazones, o añadir a la vela cabujones de rosas, pétalos…

La segunda manera más común de usar velas con fines amorosos es la de fundir o comprar una vela con forma de hombre o mujer, o al menos con forma de torso, donde se puedan apreciar los órganos sexuales. También se fabrican y venden velas con forma de genitales masculinos y femeninos. En estos casos, el hechizo está pensado sobre todo a nivel pasional y sexual, provocando en las víctimas un deseo irrefrenable hacia la otra persona. Al igual que con las velas normales, estas velas pueden quemarse solas o quemando con ellas una foto, un mensaje o un elemento perteneciente a la víctima.

Los restos de cera en estos casos suelen guardarse en un lugar secreto, mientras dicho lugar no se descubra, el hechizo continuará surtiendo efecto, como hemos dicho antes de los amarres y los nudos. Sin embargo, en este caso la cera enterrada será consumida, por lo que, salvo que se entierre en una maceta del hogar, donde una planta vaya a nutrirse ella o se vaya a cuidar la misma, es preferible no esconderla así. Asimismo, si el hechizo perdiese su consistencia, o si se quisiera duplicar el efecto, la cera sobrante del primer conjuro puede utilizarse en el segundo, como una forma de potenciarlo, ya que es cera de un hechizo exitoso. Si lo que se pretende es romper una relación, en tal caso deshacerse de la cera enterrándola en un lugar seco o salvaje, o tirándola a una corriente de agua sería una buena opción de destrucción.

Pasamos a lo que sería la forma más compleja de realizar magia amorosa, al menos a nivel de conocimientos generales, que serían los filtros. Los filtros o pociones implican un estudio previo acerca de las correspondencias de cada uno de los ingredientes que llevarán. Además, debe tenerse en cuenta si el filtro será utilizado por uno mismo, para atraer, o sobre la otra persona. Los filtros de amor pueden ser bebidas, aceites, colonias… dependiendo de su uso.

Entre los ingredientes más utilizados destacan las rosas, por ser la flor de Afrodita-Venus, y la verbena; el chocolate, por ser el dulce por excelencia; las fresas, consideradas afrodisíacas; el vino - alcohol en general - y el café, estimulantes; el chile, por el calor de su picante; la miel o el sirope, por ser pegajosos; la canela y la vainilla…

Estos ingredientes, que por otra parte recuerdan mucho a los del agua florida, pueden añadirse a bebidas, comidas, postres, y usarse también en aceites esenciales, inciensos, cremas o bálsamos. Otros ingredientes no son comestibles (o no deberían serlo) y sólo se recomiendan para hechizos de caldero - esto es, que se vayan a quemar en el caldero - o en su defecto para aceites o colonias que no vayan a tener contacto directo con la persona, para evitar alergias e intoxicaciones.

Entre estos ingredientes encontramos las cenizas de un papel donde se hayan escrito los deseos amorosos, arena que hayan pisado las dos personas, así como cabellos y uñas (propios si el mejunje es para enamorar, de la otra persona si es para atraer). Quien dice cabellos y uñas dice también, en algunos casos, saliva o sangre. También sangre menstrual.

En la antigüedad era común utilizar igual la orina y el sudor. Por supuesto tampoco faltaban ingredientes de animales cuyas características pudieran considerarse propicias para el encuentro amoroso - Veáse en la Edad Media europea: serpientes, por su relación con la luna y su semejanza con el miembro masculino; grasa de toro o de yegua; las ranas, por su relación con la lluvia…. ni las de otros que por diversas fuentes legendarias tenían alguna propiedad especial: es el caso de las lagartijas, relacionadas con el hogar y que, ahogadas en orina, formaban parte de la magia romana. O las palomas, símbolo de Venus, de las cuales se tomaban sus órganos o sus heces, según lo que resultase más fácil obtener.

Hoy en día la magia amorosa es más simbólica y por lo general evita el sufrimiento animal y los sustituye simbólicamente. Uno de estos sustitutos habituales en el esoterismo y brujería occidental, tanto en pociones como en agua florida, son los minerales. Un cuarzo rosa o una amatista para la estabilidad, una cornalina o un jaspe rojo para la pasión y la fertilidad, etc. Estas piedras son lavadas antes de introducirse en la mezcla, y dependiendo de su uso se dejan o no dentro de la misma.

Los filtros amorosos, ya sean como bebidas o colonias, etc, tienen una única "desventaja", y es que a nivel tradicional parece más complejo realizar un filtro de antídoto. Para la brujería actual, sería tan sencillo como buscar las correspondencias contrarias, sin embargo, no es lo común, porque, como se dijo anteriormente, la pócima de amor continúa pensándose como un arma débil y volátil, cuyos efectos son pasajeros. No obstante, ha evolucionado hacia una nueva faceta, la de su uso para potenciar la autoestima y el amor propio.

Pietro V. Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com

Bibliografía:

-Kremet. Sexo y magia. Tratado práctico de magia sexual. Ed. Humanitas, 1995

-Luck, G. Arcana Mundi. Magic and the Occult in the Greek and Roman Worlds: A Collection of Ancient Texts. John Hopkins University Press, 2006

-Seaton, G. Love Spells - A Grimoire of Ancient Charms, Lore, and Ceremonies. Read Books Limited, 2024

-Urban, H.Magia Sexualis. Sex, Magic, and Liberation in Modern Western Esotericism. University of California Press, 2006


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