Mazzalot, astrología medieval judía (I). Nociones de astrología (IV)
Mazzalot (en hebreo, מזלות, constelaciones) es la forma de designar la astrología y las creencias asociadas a ella. Sin embargo, hubo disputa acerca de ella en el mundo hebreo, siempre entre el conflicto político y religioso. Tal y como se mencionó en artículos anteriores, la astrología tomó un valor importante en la Edad Media a través de su relación con las teorías naturales y filosóficas de la antigüedad clásica, unido a los estudios astronómicos de los persas y los árabes. Es por eso que hemos decidido titular el artículo como "medieval judía" y no solamente judía, ya que es a través del Medievo donde obtenemos la mayor información del antes y también del después, ya que serán fuentes muy recurridas. Además, se ha dividido en dos partes para poder analizarla en su contexto histórico y en su contexto esotérico: la primera parte, ésta en la que estamos, analizará su evolución histórica, los astrólogos y los críticos. La segunda parte, analizará los signos zodiacales y los planetas, así como las creencias acerca de sus influencias. Esperamos con esto que ambas partes se complementen y ayuden a entender mejor la astrología hebrea, más allá de simples correspondencias con los sistemas occidentales.
No olvidemos creencias generales de la Edad Media. Los astros imprimían en los objetos en los que influían ciertas energías, capacidades, virtudes, que permitían el uso de las mismas por los seres humanos. Estas capacidades recibían el nombre de "segulah", palabra que, por otra parte, con el tiempo se identificó con el sigillum latino (sello), y luego con los sellos mágicos. Pese a las advertencias contra la astrología, su vínculo con plantas y minerales siempre fue tenido en cuenta.
Debe quedar claro, pues, que la aplicación astrológica a la adivinación es una parte ínfima del verdadero interés en los movimientos astrales. A través de ella no se pretendía conocer el futuro, sino que resultaba mucho más útil conocer sus aplicaciones en el presente, mucho más útiles para crear una medicina idónea, preparar un evento próspero, etc.
Los astros estaban asociados a las entidades angélicas, lo que hacía aún más cercana la astrología para las facetas más místicas de las tres religiones convivientes. Los siete ángeles o planetas (también llamados mazal), eran: Michael, Barakiel, Gabriel, Dodeniel, Chesidiel, Tzadikiel, and A'aniel.
Sin embargo, recordemos que en el judaísmo medieval existían dos ramas acerca del uso de la magia y la adivinación: la que la prohibía, por aparecer prohibida en los textos bíblicos, y la que buscaba una utilidad social y por lo tanto su aceptación. La "excusa" y defensa de la astrología hebrea se basará en que todo está determinado por la voluntad divina, y que simplemente se trata de saber reconocerla.
A pesar de que la astrología siempre había formado parte del pueblo hebreo, en el medievo se decía que el primer astrólogo, al menos como se percibía a los astrólogos en aquél momento, había sido Jacob ibn Turik, quien habría traído desde India los sistemas astrológicos estandarizados y los primeros mapas celestes. La astrología ascendería a partir del S. IX. Pero retrocedamos un poco para entender el camino que recorrió esta ciencia hasta entonces.
Un poco de contexto religioso
En los textos sagrados judíos se condena la observación de las estrellas por su vínculo con la religión de babilonia y los sacerdotes caldeos (Levítico, Deuteronomio…). Del sabio Salomón se diría después que también dominaba, entre otras magias, la astrología. Sin embargo, los rabinos a lo largo de la historia se postularán a favor y en contra de la astrología, según la consideren más o menos vinculada a los babilonios o a Dios. La existencia en iglesias cristianas primitivas de representaciones del zodíaco con las estaciones y con el sol "divino" en el centro hacen pensar que en el pensamiento hebreo existía algún tipo de relación astronómica-astrológica. El nombre con el que este estudio se denominaba: hokmat ha-mazalot (חוכמת המזלות), "estudio de las constelaciones", no deja claro si se estudiaba simplemente a nivel astronómico o también adivinatorio y espiritual.
La "astrología" hebrea habría surgido, pues del contacto del pueblo judío con los griegos, en especial en el período helenístico. Posteriormente, en el Talmud, ya a partir del S.III de nuestra era, algunos rabinos indicarán que Abraham alejó al pueblo de Israel de la astrología al confiar en Dios, mucho mejor que cualquier adivinación. Por ello encontraremos repetidas veces en escritos rabínicos que se dice que: <<Israel no tiene "estrellas">>, haciendo referencia a mazzal =constelación, y por lo tanto a la astrología. Otros rabinos, por el contrario, consideran que los astros están escritos por Dios, y por lo tanto, no es que Israel sea libre de predicciones, sino que el destino de Israel está escrito en el Cielo por Dios.
Tendremos casos como los de Samuel de Nehardea, del S.II, quien, si bien veía incompatibilidad entre la fe en Dios y la creencia en la astrología, en sus escritos médicos sí tenía en cuenta las posiciones planetarias, las estaciones o las fechas concretas antes de fiestas sagradas, pues consideraba que influían en el desarrollo de una enfermedad, o en la rapidez de una cicatrización, etc. Esta fusión se debe a que, si bien desde el punto de vista de la religión judía el estudio de las estrellas parecía algo externo de lo que alejarse, lo cierto es que según nos aproximamos a la Edad Media los avances en astronomía, navegación, arquitectura o medicina tenían en gran parte las estrellas como guía, y rechazar tales avances no estaba en la mente de un pueblo caracterizado por su constante adaptación.
La astrología medieval bebería mucho de los trabajos de astronomía-astrología de Babilonia, Canaàn, Egipto y Grecia. Ahora la idea de que el pueblo judío había salido de Babilonia provocaba que se relacionasen sus conocimientos precisamente con los Caldeos, de los que antes se había rehuído la relación. Pese a la xenofobia, los astrólogos judíos siempre serán muy reputados y ocuparán lugares más o menos privilegiados en las cortes, tanto cristianas como musulmanas. Gran parte de la astrología medieval judía se ha conservado por los grimorios y por el interés que suscitaba en los europeos, que no dudaron en copiar los trabajos tanto de árabes como judíos. La fusión de conocimiento y culturas hace difícil una distinción limpia de tradiciones, en especial cuando el cristianismo inunda y adapta la cábala y otras artes místicas, como la alquimia.
Los pensadores de la Edad Media y la controversia
Los Geonim o rabinos de la época medieval, que analizaban y argumentaban sobre el Talmud, también se dividieron respecto de lo que era una tradición externa y lo que era tradición propiamente hebrea; a la par, igualmente se dividieron acerca de si, hebrea o no, la astrología debía ser creída y/o practicada. En general la respuesta era negativa, centrada en las prescripciones bíblicas. No obstante, conservamos algún caso, como el responsum Otzar Ha-Geonim (c.a. S. VI) , donde se dice que las estrellas inclina a las personas, pero no las determinan. Las personas son verdaderamente libres cuando con su voluntad escapan de estas influencias naturales.
En el S. VIII aparece una figura importante de la astrología hebrea medieval: Massha'allah bin Athari (Messala), judío persa que fue astrólogo de la corte Abasida. Escribió múltiples trabajos de astrología en lengua árabe, en las que deja entrever los conocimientos aristotélicos y místicos que le rodeaban. La influencia de la astrología en el mundo árabe estaba más avanzada, y Massha'allah fue uno de los que participaron en el cálculo de fecha estelar idónea de fundación de Bagdag, para predestinarla positivamente, en el 762.
Parte de los trabajos de Massha'allah fueron traducidos por Abraham ibn Ezra (S.XI), quien es autor de una de las obras principales de este período será el Tretrabiblos (cuatro libros). Los cuatros libros contenidos son el Séfer re'sit hokmah o Libro del principio de la sabiduría, básicamente un manual iniciatorio en astrología; el Séfer ha-mibharim o Libro de los momentos escogidos, es decir, para conocer los momentos propicios en los que realizar un acto con éxito; el Séfer ha-se' Eloy o Libro de las preguntas, esto es, hacer preguntas astrológicas y saber leer las respuestas; y el Séfer yesod mora'o Libro de los fundamentos del temor de Dios, el cual es más una obra científica y filosófica acerca de las relaciones entre religión y ciencia (en la que enmarca la astrología). Otras obras astrológicas son Mishpetai ha-Mazzelot, o Juicios sobre los Signos Zodiacales, Sefer ha-Moladot o Libro de los Nacimientos, y Sefer ha-Olam, o Libro del Mundo, sobre el destino de los pueblos y reinos.
Los trabajos de Ezra también vinculan la astrología a momentos y personajes bíblicos en los que las señales celestiales son la clave de los mensajes divinos y el porvenir, definiendo, de alguna manera, el marco religioso tolerante (veáse parte 2). Ezra, en sus comentarios a la Biblia, definía el cielo nocturno con sus estrellas como un "libro de la vida" donde todo estaba escrito, y cuyos destinos sólo podían modificarse a través de Dios, quien estaba incluso por encima de ellos.
Abraham ben David de Posquières, rabino del S.XII y para muchos padre de la Cábala, apoyó esta misma idea de que, si bien hay destinos sentenciados, está en manos de Dios modificar dicha sentencia. Judah Halevi (S.XII), consideró en sus trabajos que los astros realmente influenciaban en la naturaleza y las personas, pero que no estaba en manos de los seres humanos adivinar dichas influencias con "tanta precisión" como presumían los astrólogos.
Shlomo ibn Aderet, de la misma época, también opinaba que la astrología era real, pero que no debía ser consultada, por tratarse de un poder inferior al de Dios, siendo lo lógico volcarse en lo que tiene mayor poder: Dios obra milagros y puede modificar la naturaleza, y por lo tanto, también las estrellas. Nachmanides, por su parte, creía que la astrología era real, pero los que no eran fiables eran los astrólogos, que podían errar tanto por falta de conocimientos como intencionadamente acorde a sus fines económicos o políticos; por ello, resumía, aunque la astrología funcione, resultarían más fiables los profetas hebreos, al haber recibido un mensaje directamente de Dios, sin interpretaciones humanas de por medio.
Gersonides, cuyo nombre era Levi ben Gershon, también llamado Magister Leo Hebraeus o RaLBaG, fue sin duda el talmudista que más estudió y defendió la astrología, mediante el uso de la razón, el naturalismo y el empirismo. Para él, la astrología era capaz de predecir cosas porque las estrellas también estaban atadas a las leyes de la naturaleza, y por lo tanto, si uno se atenía a la experiencia sensible y a los cambios estacionales, a los ciclos lunares, o simplemente a ver cómo todo acto tiene una consecuencia, entonces cabía pensar que también los cambios y posiciones estelares necesariamente afectaban a aquello que se encontraba bajo ellas. De esta manera tanto la fundación de una ciudad como el nacimiento de un ser humano quedaban determinados por la posición de las estrellas y su influencia, pero el "determinismo" tenía como problema que el ser humano gozaba del libre albedrío gracias a Dios, por lo que los destinos podían cambiar.
Como contrapunto absoluto encontraríamos a Maimonides (S. XII) quién atacó con ferocidad la astrología y la magia como supersticiones que podían derivar en obsesión e idolatría. A pesar de los múltiples trabajos intentando aunar filosofía, ciencia y religión, la mística y el esoterismo siempre fueron rechazados por él con contundencia. Consideraba que la astrología atacaba dos principios fundamentales: la ciencia como estudio comprobable, y la religión, por cuanto los designios de Dios son inmutables y no podrían ser conocidos por el ser humano. La astrología era una "enfermedad", una desviación confusa de una verdadera ciencia, como era la astronomía.
Antes que él, Daunash ibn Tamim (S.IX) había escrito sobre Cábala y ciencia, asociándolas a los conocimientos astronómicos, pero desechando los aspectos astrológicos, considerándolos banales e inexactos. La visión de Maimónides continuó puntualmente en los siglos posteriores, con autores como Isaac ben Joseph ibn Pulgar, un filósofo del S. XIV que también se empeñó en desacreditar la astrología por tratarse de superstición frente a la religión y la ciencia. Otros filósofos y teólogos de la época prefirieron no mojarse en lo que se refería a si la astrología funcionaba o no, de modo que simplemente se volcaban en los textos bíblicos donde se prohibía dichas prácticas: si no debe consultarse a un astrólogo porque está escrito en los textos sagrados, discutir sobre su efectividad parecía una pérdida de tiempo. Sería el caso del Midrash HaGadol, del S. XV, donde se dice que <<no se debe mirar a las estrellas como lo hacen los gentiles, pues éstas no afectan al pueblo de Dios>>
Pietro V. Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com
Bibliografía:
Glazerson, M. Ave the Zodiac. Astrology in Jewish Thought. Ed. J- Aronson, 1997
Geoffrey W. D. , The Encyclopedia of Jewish Myth, Magic & Mysticism (ed. 2016)
Rudavsky, M. T. Jewish Philosophy in the Middle Ages. Science, Rationalism, and Religion. OUP Oxford, 2018
Sela, S.; Abraham Ibn Ezra's Introductions to Astrology A Parallel Hebrew-English Critical Edition of the Book of the Beginning of Wisdom and the Book of the Judgments of the Zodiacal Signs. Abraham Ibn Ezra's Astrological Writings, Volume 5. Brill, 2017.
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