Midsommar (I). Un análisis del terror postmoderno.
Las culturas suelen tener como punto de referencia el estudio de los astros, siendo el Sol un elemento central en sus creencias. Una vez al año, entre el 20 y el 23 de Junio, el Sol alcanza su punto más alto por lo que se celebra el Solsticio de Verano con diferentes rituales. Sin embargo, en el Hemisferio Sur se celebra durante Diciembre.
Asociamos la Noche de San Juan a las hogueras, con otras costumbres como saltos a las olas para dar buena suerte, y es en los países nórdicos donde se celebra de una manera peculiar que serviría de inspiración para la película Midsommar.
En Suecia se celebra esta festividad pagana, considerada por los locales como su Día Nacional. En un principio, daba por concluida la temporada de cosecha por lo que la primera noche de verano se realizaban costumbres asociadas a la flora, como recoger siete flores y ponerlas bajo la almohada.
La más llamativa era el poste con forma de cruz, previas al culto cristiano. Conforme esta religión se asentaba crecieron las críticas a esta figura (Midsommarstang) el cual se le asignaba una connotación fálica, asociándose a la fertilidad. En su intento por resignificar las fiestas, se le llamó el día de San Juan Bautista y fue cambiada de fecha hasta el día del solsticio como tal.
Aunque a primera vista pudiera asemejarse a las Cruces de Mayo adornadas con flores en Andalucía, (Ari Aster hace una extraña mezcla entre los ritos paganos de mayo y los de junio) esta figura estaría también asociada al Yggdrasil nórdico, según estudiosos.
Estas creencias de corte pagano han sido seguidas por wiccanos y sobre todo por la comunidad asatrú, en la película incluso se pueden ver reminiscencias del Wicker Man que aparece representado en la película homónima The Wicker Man (1973) siendo inspiración directa de Midsommar (2019) en su terror con elementos folclóricos. En esta película vemos como una isla se rinde a costumbres celtas, como la quema de estas figuras, la cual se asemeja mucho al final de la cinta en la que nos centraremos.
Hay un tema que sirve como nexo común en estos sacrificios: La superioridad moral de juzgar, de conocer mediante la investigación, un hecho religioso racionalizándolo.
Como antropólogos culturales, los amigos de la pareja tienen un marco "religiocentrista" viendo la realidad desde nuestra religión hegemónica con los valores judeocristianos de respeto a la integridad del prójimo, contraponiéndose a las dinámicas culturales de esta comunidad.
Este hecho moralizante se extiende a otras obras de terror como Holocausto Canibal, donde otro grupo de investigadores son devorados por una tribu antropófaga mientras tratan de grabar un documental, o La Matanza de Texas, donde un grupo de jovenes urbanitas pasan unas vacaciones en la zona rural sureña de Estados Unidos y encuentran una realidad decadente que les resultaba ajena.
En la escena del ritual, uno de los integrantes de la comunidad mira directamente a la cámara en un momento "meta" como diciendo a los espectadores que nosotros al ver una película de miedo, también deseamos consumir esos cuerpos a modo de ritual y que no somos tan distintos antropológicamente, solo que canalizamos esas ansias mediante la ficción.
La forma más común en el mundo cinematográfico de identificar a la secta y al mismo tiempo dar curiosidad al espectador es la forma de vestir, la vida en comunidad y la realización de ritos extraños para la propia cultura, en este caso, ritos de corte mágico, que se analizarán en la segunda parte de este artículo.
La diferencia entre religión y secta es compleja, teniendo varios factores que considerar:
En primer lugar, se asocia las sectas a grupos pequeños, mientras que las religiones son ampliamente extendidas. Las estructuras de las religiones, a pesar de ser jerárquicas, no tienen un culto a la personalidad propio de las sectas que suele ir asociado a intereses parciales a nivel económicos o de otra índole, aprovechándose de terceros.
El cristianismo puede ser considerado secta si tenemos en cuenta lo anterior, hasta que se asentó como religión con su incidencia en el Imperio Romano.
Lo que ocurre en la película es que hay un cierto proselitismo en buscar el aislamiento de la protagonista mediante la acogida a un nuevo grupo social para cubrir su alienación previa. A pesar de que el personaje que invita al resto pueda parecer más carismático por el "efecto halo" de ser atractivo para la protagonista, el líder es toda la comunidad en su conjunto.
Al hilo de esto cabe recordar que la necesidad de pertenencia, de conexión, es lo que nutre la radicalización política. Ya sea en forma de grupúsculos de extrema derecha o en forma de nacionalismos, no podemos obviar que este tema se toca en la película:
Es bien conocido que grupos neonazis usan imaginería rúnica futhark, con otros símbolos como el Sol Negro o la runa Sowilo para las SS, siendo parte de la interpretación distorsionada que vertebró la ideología de la propaganda durante la Alemania nazi.
Al principio de la película, cuando llegan a la comunidad, podemos ver un cartel invertido que reza en sueco "Paren la inmigración masiva a Hälsingland, vota por (un) Norte Libre este otoño"
Junto a la vulnerabilidad del personaje principal, podríamos considerar que se fijan en ella para ser captada al tener rasgos nórdicos como pelo rubio y ojos azules asociados a la eugenesia racial, proclamándola como Reina de Mayo.
A pesar de esto, el racismo tampoco parece explicar el comportamiento de la comunidad, ya que aunque el primero del grupo de investigación sea asesinado sea negro, se le mata por haber incumplido una norma de gran importancia para los perpetradores, sacrificando al resto del grupo de manera selectiva siendo blancos.
La otra pareja racializada que llega a la comunidad se opusieron a sus formas culturales, por lo que la situación habría escalado por querer salir de allí y denunciar la situación, llevando hasta su muerte.
Estas muertes como castigo en realidad están premeditadas, por ser parte de los ritos mágicos y sociales de los Harga en el solsticio, "congruentes" con los ritos de fertilidad (tanto del campo y los animales como de los jóvenes, consiguiendo "sangre nueva" a través de los foráneos) y energización del sol de estas fechas. Ari Aster aprovecha la falta de sacrificio ritual humano en la gran mayoría de culturas de la actualidad para dar el toque de horror.
El concepto de tiempos más simples conduce a una asociación filofascista entre ciertas posturas primitivistas y la tradición, al mismo tiempo que se relaciona con posiciones radicales que rechazan la modernidad. En este contexto, comunidades que se atomizan buscan encontrar un sentido de pertenencia frente a la realidad contemporánea.
Por ello, al principio de la cinta se nos muestra un metraje contemplativo de la naturaleza, insondable, cuando acto seguido el montaje corta a una ciudad llena de casas manufacturadas.
En cuanto a su contenido psicológico, los traumas que le ocurren a la protagonista junto a la desconexión que sentía hacia su pareja con sus propios círculos sociales, hicieron que se sintiera aislada antes de llegar al asentamiento. Es solo cuando consigue llorar, cuando comparte su llanto con las otras mujeres de la aldea, que se siente ella misma.
La película está construida para que el espectador se autoconvenza de que si ella es feliz, no somos nadie para juzgarla si se rodeaba de gente que no le aportaba. A pesar de mostrar una sonrisa a cámara, la película cierra con una catarsis falsa en una suerte de pensamiento positivo tóxico disfrazado de empoderamiento, aterradora en sus consecuencias y retorcida en su enfoque.
El propio espectador ha sido abducido junto a la protagonista a formar parte de esta "comunidad".
Nuria Acquaviva - nacquavivaps@gmail.com
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