Santa Muerte: historia, religión y esoterismo.
La Santa Muerte es un culto no aceptado oficialmente, y sin embargo cada día tiene más adeptos, no sólo en México, de donde es originaria, sino por todo el mundo. Ha sufrido la etapa de considerarse diabólica y la de ser una nueva versión de la virgen, la de ser una entidad para los marginados o de vida peligrosa y la de ser la benefactora general para otorgar una buena muerte cuando llegue el momento. La veneración de una figura de la Muerte no es tampoco exclusiva de México: en todo el mundo, en las antiguas religiones, han existido dioses de la muerte y el inframundo. Su novedad y popularidad tal vez se deba a su inclusión, no oficial, en una religión monoteísta con el papel, tampoco oficial, de santa; también en otras zonas de Latinoamérica, como Paraguay y Uruguay, se venera a San la Muerte, aunque en su versión masculina, y frecuentemente más utilizado como amuleto que como santo de devoción. De hecho, el esoterismo le ha dado un gran empujón a este culto, pues los distintos colores de los mantos de la Santa Muerte le han valido distintas atribuciones y rituales.
Su sincretismo prehispánico le vale ciertos enfrentamientos con el cristianismo: por ejemplo, Cristo venció a la muerte al resucitar al tercer día, o la muerte no es considerada una entidad a nivel religioso, sino folclórico. Por su parte, los creyentes no tienen inconvenientes en estos aspectos: La Muerte sí es representada como un ente individual en el Apocalipsis, como el cuarto jinete, y además, en cualquier caso, la Muerte estaría supeditada a las órdenes de Dios, por lo que sería una servidora al mismo nivel que los ángeles y los santos. A este respecto, el apelativo de Santa no es eclesiástico ni oficial, sino una denominación también dada por sus seguidores, basándose, según algunos antropólogos, en las unciones de enfermos, en las que se ruega por una "santa muerte".
Un poco de historia
Las divinidades del inframundo de la cultura mexica precolombina, como Ah Puch/Yum Kimil, representado como un esqueleto, o el matrimonio que reina en el Mitclán, el reino de los muertos, Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, quienes vigilan los huesos de los difuntos, fueron una gran base influyente para este sincretismo. Concretamente la esposa, Mictecacíhuatl, era la patrona de los festivales dedicados a los difuntos, celebrados luego en las fechas de primeros de noviembre junto con Todos los Santos y Todos los Difuntos. La iconografía del esqueleto dentro del cristianismo, como ya se ha dicho, no era aceptada, pero ello no impidió otras muchas "mezclas", como Pascual Baylon, quien es representado como un esqueleto coronado y con capa, venerado en Chiapas y en Guatemala. Esta iconografía, según la leyenda, procede de la visión que tuvo un guatemalteco en sus últimos momentos, que le anunciaba que tras nueve días llegaría su muerte, y también acabaría la epidemia que asolaba la zona.
Si seguimos los estudios de Pedigón Castañeda, en los virreinatos desde el S.XVII existía la costumbre de sacar una imagen de la Muerte en Viernes Santo, como recordatorio de la mortalidad. Sin embargo, esto fue perseguido por la Iglesia Católica, y pudieron conservarse muy pocas de estas imágenes, puesto que también se acusaba de idolatría. Pero estas Muertes, que en realidad estaban orientadas a la idea del "buen morir" cristiano, - y que, por otra parte, tenían representación iconográfica dentro del propio cristianismo, como la calavera de Adán, etc.) no tienen casi nada que ver con la Santa Muerte moderna, cuya imagen y pensamiento se desarrollan a partir del S.XX, cuando comienzan a circular de nuevo imágenes de la misma, ataviada con un mano y una corona, como una virgen, para rezar puntualmente por una buena muerte. La tradición dice que se entregaron clandestinamente, como amuleto, en el mercado de la Sonora, que actualmente es conocido por sus tiendas esotéricas.
Cabe pensar que dichas estampas se distribuyeron entre todo tipo de gente, pero la atención mediática quiso centrarse en el uso que de ella hacían los grupos delincuentes, narcotraficantes, mafias, gentes en prisión, políticos, etc., atribuyendo una imagen negativa y violenta a la Santa Muerte. En 2009 incluso llegó a darse una destrucción "masiva" de altares de la Santa Muerte por asociación con mafiosos y narcotraficantes. A pesar de que esto hizo subir su popularidad, lo cierto es que la difusión fue común a todos los estratos, ya que protegerse de los peligros y pedir una muerte tranquila es un deseo universal que, de hecho, es común en profesiones peligrosas, como policías, bomberos, mineros... y también entre médicos, enfermeros, matronas, o, simplemente, para el ciudadano de a pie que desea que un pariente se recupere de una enfermedad. Cabe señalar, como hizo Alatriste-Ozuna (2014), el relevante papel que adoptará la Santa Muerte para los migrantes, como figura de apoyo y auxilio en la incertidumbre.
Este es, en resumen, el verdadero sentido primero de la imagen de la Santa Muerte moderna. Empero, el entorno de Méjico en ese momento ya no era el mismo que hacía siglos, y la multiculturalidad y la sociedad modernas alteraron rápidamente la idea de la Santa Muerte para adaptarla a sus nuevos estilos de vida.
En efecto, existe más de una Santa Muerte, ya que cada perfil de adepto puede enfocarse en unos u otros favores que pedirle, pero con todo es considerada una entidad universal. Las creencias indígenas precolombinas y yoruba pisaron fuerte en su trasfondo espiritual, a pesar de que el catolicismo influye notablemente en su presentación adornada Si bien los primeros cultos fueron privados en los hogares, poco a poco han podido hacerse públicos -que no oficiales, pues el Vaticano desestimó la petición de incluir a la Muerte como Santa-, y según sus fieles, siempre en entornos no burgueses, es decir, en entornos donde la pobreza o la violencia son más comunes. De las estampitas se pasó a los rosarios, a los amuletos y las figuritas, que hasta día de hoy pueden verse no sólo en el mercado de la Sonora, sino en cualquier tienda esotérica de América y al otro lado del charco.
Centros de culto
La popularidad de altares o centros de culto a la Santa Muerte se "disputa" amistosamente entre el altar de la calle Alfarería 12, en el barrio de Tepito, y el centro de culto internacional de Tultitlán. Un tercer lugar es el llamado único Santuario Nacional, también en Tepito,
En la calle Alfarería 12 encontramos una escultura de más de un metro de altura de la Santa Muerte, la cual Enriqueta Romero decidió exponer, habiendo pertenecido a un familiar que le rezaba en la intimidad. Desde el año 2000 al 2016 fue ganando devotos silenciosa pero profusamente, y cuando en 2016 su marido Raymundo fue asesinado a balazos delante de la figura, la atención mediática popularizó el lugar, no sin pesar para ella, que continuó a pesar de todo con el altar, cada vez más visitado, y con una pequeña tienda de figuras y exvotos.
En Tultitlán, Jonathan Legaria Vargas, alias "comandante pantera", había levantado una escultura de más de 22 metros de atura, y allí oficiaba un culto hacia la Niña Blanca, como también se la llama. En 2008 también fue asesinado a tiros y su madre, Enriqueta Vargas, quien al principio se mostraba algo dubitativa del movimiento iniciado por su hijo, acabó convirtiéndose en la nueva lideresa del culto, convirtiéndose en un punto de encuentro internacional de devotos.
En el Santuario Nacional de la Santa Muerte, regido por el sacerdote David Romo Guillén, autoproclamado obispo, y metido en prisión en 2011 acusado de robos y secuestros, el culto a la Santa Muerte comenzó como un resurgir de la antigua Muerte cristiana. Sin embargo su filosofía es particular, ya que, salvo en la ordenación de mujeres como sacerdotisas, se ha mostrado abierto a la juventud, a la diversidad sexual, al uso de métodos anticonceptivos, y realiza liturgias completas presididas por la Santa. Igualmente, él mismo se casó y tuvo hijos. Su modelo se ha extendido entre los nuevos sacerdotes ordenados por él mismo y otros laicos devotos, y además del centro de Tepito, participa activamente en centros de otras regiones, algunos incluso en los Estados Unidos. Sobra decir que perdió el afecto y soporte de la Iglesia Católica, quien no tolera ninguna de sus prácticas.
Estos ejemplos exponen claramente cómo de fácil resulta a los medios distribuir una imagen de entornos peligrosos para la Santa Muerte, agregando morbo y miedo a partes iguales. Las novelas, películas y series han colaborado esa imagen de la Santa Muerte unida al narcotráfico, y además, a cumplir propósitos poco éticos, como puede ser desear la muerte del prójimo. Tal vez en ello radique su doble popularidad: pues a otros santos también puede pedírseles auxilio o salud, pero ¿cómo pedirle a un santo por la muerte de otra persona? ¿o cómo rogarle a un santo que no te descubran traficando? ¿cómo rezarle a un santo si eres un delincuente o un recluso? Para eso está la Santa Muerte, quien, a pesar de su aspecto aterrador, es tratada con un cariño por sus seguidores difícil de encontrar, en la actualidad, hacia otros santos. Así, es llamada la Niña Blanca, la Dama Bonita, pero también la Flaquita, la Huesuda, la Pelona, incluso La Cabrona, algo impensable con otros santos. La Santa Muerte se mueve entre la actitud bondadosa y la castigadora. En algunas de sus veladoras puede leerse: ¡Ley, aléjate! O ¡Muerte a mis enemigos!.
Pero como ya se dijo antes, la Santa Muerte iguala a todos, por lo que tienen cabida todos los estratos y todos los perfiles sociales. Según algunos estudios, en algunos casos la Santa Muerte supera en popularidad dentro y fuera de Méjico incluso a la Virgen de Guadalupe y a San Judas Tadeo, las dos figuras más relacionadas con las peticiones difíciles e imposibles.
Tipos de Santa Muerte y esoterismo
Aunque una gran parte de los fieles de la Santa Muerte lo asocian a la religión católica y a una devoción religiosa, otra gran parte la vinculan a las prácticas esotéricas, puesto que es una santa de casi exclusivo uso para peticiones concretas, debido, en parte, a que no tiene vinculado un culto completo o una festividad. Esto tampoco es correcto ya que el culto es mayoritariamente personal, privado y hogareño, y por otra parte, que entre las fiestas de muertos (1 y 2 de noviembre) y las visitas a los centros de culto antes mencionados, parece común la aceptación de celebraciones en los primeros días de cada mes. Aún así, su posible origen en el Mercado de la Sonora, así como su extensión en otros cultos (esoterismo occidental, paganismo europeo, santería...) promueve su uso en el mundo de la magia. Sin embargo, el trato cultual general a esta imagen, es semejante en la gran mayoría a la que le sería dada a cualquier santo o santa en el catolicismo: procesiones, rezos, peticiones y altares. Tanto en las oraciones como los hechizos en los que se solicita el auxilio de la Santa Muerte, es curioso ver que las peticiones finalizan de forma cristiana, esto es, rezando padrenuestros o con Amén.
Empezando por su simbolismo, la Santa Muerte tiene como característica principal ir cubierta de túnica y manto. Esto simboliza cómo el ser humano trata de esconder su mortalidad. Hay figuras que aparecen coronadas y sin coronar. Las que tienen corona simbolizan que la Muerte reina sobre todas las cosas, además de ser una transposición de la imagen mariana, mientras que la que aparece sin corona se dice que es una señal de humildad. En ocasiones lleva en las manos un globo terráqueo, que simboliza su control sobre el mundo, o una balanza, en alusión a su faceta equitativa en la hora de la muerte. Asimismo, es común la presencia de un reloj de arena, indicativo del paso del tiempo. Aunque la figura de la Santa Muerte es andrógina, a veces es representada con un bebé esqueleto en brazos, en actitud maternal, y otras veces con túnica de monje y guadaña, en cuyo caso suele considerarse un ente masculino.
No obstante, en el entorno esotérico su simbolismo principal depende de las veladoras y de los colores de su manto. Al igual que ocurre con las velas, el color del manto influye en la influencia que la figura pueda tener sobre lo que se le pide. Los colores más comunes son el blanco (purificadora), rojo (amor y sangre) y negro (protección absoluta), pero también encontramos el color azul (trabajo), el amarillo (dinero), el verde (salud) o incluso existen Santa Muertes con el manto de los 7 colores de las Siete Potencias.
Al igual que ocurre con el culto a otros muchos santos y divinidades, es frecuente que la Santa Muerte tenga preparado un pequeño altar personal en el que se le realizan las peticiones y se le sirven las ofrendas. Estas pueden ser de todo tipo, ya que se considera que esta entidad es muy agradecida, siempre y cuando la ofrenda se haya hecho de buena fe. Son, por así decirlo, "obligatorias" las ofrendas de pan y agua, que han de cambiarse regularmente. Acepta flores, fruta, bebidas (también las alcohólicas, ¡pero estas hay costumbre de que se sirvan en copa!) y tabaco. En opinión de sus seguidores, también le agradan el chocolate, el azúcar y la miel. Entre las flores favoritas se encuentran las rosas blancas y rojas, cosa que comparte con su contrapartida mariana.
Los colores de las ofrendas también influyen a la hora de realizar una petición, por el ejemplo es común fijarse en el color de las flores o las frutas, que suelen tener un objetivo específico. En otras ocasiones, se puede poner un elemento simbólico o práctico de la petición, como puede ser dinero. A esto se puede añadir que, para ella o para la petición, se enciendan velas e inciensos que identifiquen el deseo. También el humo del tabaco sirve como elemento purificador.
Como elemento religioso-esotérico, a pesar de todo, es necesario que el altar se sitúe a la vista. No tendría sentido, según sus fieles, ocultarla, ya que no sólo la enojaría, sino que sería contradictorio a su propia naturaleza. Puede estar en un lugar reservado (como una sala personal o una vitrina), pero no escondida en un cajón o una caja. Los tipos de altar, no obstante, varían muchísimo, aún más cuando se ha fusionado con la tradición de los altares de Día de Muertos, que tampoco tienen un perfil cerrado. La relación esotérica, frente a la religiosa, aporta mayor intimidad y personalidad al creyente.
Trabajar a nivel esotérico con la Santa Muerte es cada día más común, ya que, como puede verse, no hay limitaciones ni normas estrictas. Esto mismo permite versatilidad y extrañas fusiones con otros cultos, además del cristiano. Por ejemplo, del esoterismo occidental, y sobre todo de la Wicca, se ha extendido la idea de que tanto lo que le pidas como lo que le dañes, la Santa Muerte lo reclamará de vuelta por tres. En el primer caso, es fácil devolver el favor con múltiples atenciones y agradecimientos, pero en el segundo, la Santa Muerte se presenta como un ser muy vengativo.
En el entorno de la Santería, por ejemplo, hay dos vertientes: una de ellas "fusiona" en parte a la Santa Muerte con el orisha Iku, orisha que, según su patakin, dejó de serlo y sirve como recogedor de almas por haber perdido un duelo con Orula. La contraparte no está de cuerdo con esta visión, y se indigna ante la comparativa de Iku con la Santa Muerte, puesto que Iku no es orisha y no recibe culto, salvo a través de los Eggun o difuntos, y por lo tanto, un homenaje y un altar no tienen sentido. Por supuesto, hay que entender que estas dos vertientes siguen, a su vez, dos líneas socio-étnicas: La santería es africana y la Santa Muerte es mexicana. De alguna forma, sólo en la cultura afrolatina es donde esta fusión sobra sentido.
Para finalizar, señalar que Chesnut (2012) consideraba esta práctica espiritual como una de las de mayor expansión del mundo, ya que en muy poco tiempo un 5% de la población mexicana era devota abiertamente, a lo que se suma que, al no tener un clero ni culto fijos, permite miles y miles de adeptos que no figuran en las filas de seguidores, junto con aquellos que se vinculan por la rama esotérica, que alcanza fieles no siempre marginales en otros muchos países del mundo. Chesnut fue el primero en redactar libros en lengua inglesa acerca de la Santa Muerte, y precisamente sus capítulos se distribuyen hablando de los colores de las veladoras, lo que demuestra su clarísima vinculación esotérica. El incipiente alejamiento de las religiones tradicionales, el auge del esoterismo y el espiritualismo, y la adopción por parte de la juventud, auguran a la Santa Muerte un futuro prometedor.
Pietro Viktor Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com
Bibliografía:
-Alatriste-Ozuna, I. Análisis
iconográfico y del discurso sobre la Santa Muerte en tres escenarios: ciudad de
México, Tijuana y Los Ángeles.(Tesis) México, 2014
-Chesnut, A. Santa Muerte:La
segadora segura. Ariel- Grupo Planeta, España, 2013.
-Chesnut, A. Devoted to Death:Santa
Muerte, the Skeleton Saint. Oxford University Press, 2012
-Gaytán Alcalá, F. Santa entre los
Malditos. Culto a La Santa Muerte en el México del siglo XXI. Revista LiminaR.
Estudios sociales y humanísticos, año 6, vol. VI, núm. 1, Chiapas. Junio de
2008.
-Perdigón Castañeda, J. K. La
Santísima Muerte. Antropología. Revista Interdisciplinaria Del INAH,
(68), 36-43. 2002.
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