Sellos demoníacos: firmas, grimorios y protecciones.
Como se pudo ver en artículos anteriores, los sellos o sigilos son herramientas del mago para representar un espacio mágico en un entorno controlado y cerrado. Pero también eran las firmas de las entidades espirituales con las que los practicantes intentan contactar y obtener favores. Si bien los sellos mágicos de rituales generales pueden ser creados directamente por el practicante, a través de la fusión de letras o ideogramas, símbolos, etc., los sellos demoníacos tienen una larga trayectoria histórica. Si bien podemos confirmar que fueron los seres humanos -hechiceros, cabalistas, estudiosos, teólogos y eclesiásticos- los que los dibujaron, reuniendo símbolos que consideraban que representaban las características de cada demonio, siempre se consideró que estos sellos o firmas eran eficaces, y por ello se han mantenido en grimorios que han llegado hasta nuestros días.
Qué es un sello demoníaco y qué no.
El primer error al hablar de sellos, firmas o símbolos demoníacos, es la imagen que nos ha dado la cultura popular. En algunas de las últimas producciones audiovisuales, como Hereditary (2018) o Marianne (2019), han aparecido sigilos demoníacos que para el espectador general han podido crear algo de sorpresa, al desconocer la existencia real de dichos sellos. Sin embargo, para quienes han leído o estudiado algo cerca de estos sellos, resulta realmente gratificante ver que un director o guionista ha decidido ahondar un poco en la investigación y no reutilizar ni el pentagrama ni la cruz del revés.
Y es que estos dos últimos no son sellos demoníacos, por mucho que las producciones audiovisuales se empeñen en presentar extraños rituales con el pentagrama para sacrificar víctimas, o que cada vez que haya un demonio en una sala, los crucifijos de la pared se den la vuelta. Sobre el pentagrama y el pentagrama invertido ya se ha hablado en otros artículos, y el significado elemental que tienen, así como que el pentagrama invertido con la cabeza de un macho cabrío no es ningún sello ancestral, sino que es el logotipo de la Iglesia de Satán, fundada por A. Lavey en 1966, reinterpretando su simbología en su interés, y posteriormente tomado como símbolo pagano también en otros ámbitos.
Por otra parte, se ha popularizad también el uso de cruces. El caso más popular es el de la cruz invertida, siguiendo la idea medieval de que lo demoníaco "le da la vuelta a todo lo cristiano" para vanagloriarse, y olvidando, de hecho, que la cruz invertida es un símbolo de San Pedro, a quien según la leyenda se le crucificó del revés, pues no se consideraba digno de morir como su maestro. En cualquier caso, el pentagrama y la cruz invertida continuarán siendo símbolos demoníacos tanto en lo cultural como en lo estético (moda, tatuajes, cinematografía...)
Por otra parte, tenemos la Cruz de Leviatán o Cruz Satánica, que una vez más ha sido un símbolo adoptado sobre el que se han establecido nuevos significados. La Cruz de Leviatán es el símbolo alquímico del Azufre Negro (sulfur nigra), que simbolizaba el fuego y la masculinidad, algo muy apropiado para la imagen del Diablo occidental. Y tenemos también el Sello de Lucifer, cuyo origen parece estar en grimorios del S.XIX (como se verá más adelante), si bien se ha convertido en un símbolo de uso frecuente entre luciferinos, satanistas y ocultistas que se relacionan con estas líneas de pensamiento de voluntad, libertad y rebeldía. Estos dos símbolos, de alguna forma, sí podrían considerarse sellos demoníacos, por cuanto evocan y promueven, sin embargo, su uso mágico-ritual como tal está muy limitado, precisamente por el valor intelectual y filosófico que promueven, convirtiéndose más en un símbolo ritual que en la herramienta en sí misma.
Sí pueden considerarse sellos demoníacos ciertos pantáculos que se encuentran asociados a ellos, ya sea como "espíritus astrológicos" o elementales. La confusión se da por la habitual mezcla de muchos elementos en la magia del S.XVI y S.XVII, donde los espíritus invocados pueden ser ángeles o demonios, y donde la magia tiene de fondo un curioso cariz cristiano donde Salomón era el primero en el uso de este poder de dominación.
La llamada firma o sigilo de Lucifer proviene de un grimorio, el llamado Grimorium Verum, un grimorio francés del S.XIX, que dice tener su origen, como tantos otros grimorios, en un grimorio anterior, supuestamente del S.XVI, y que dice seguir una tradición salomónica. Es una de las tres firmas que se le atribuyen, y que para su supuesta eficacia deben inscribirse en el interior de un círculo mágico. De todos los que hemos visto hasta ahora, el sigilo de Lucifer sí que podría considerarse como tal un sello demoníaco.
Los sellos de los grimorios
Muchos sellos demoníacos, sin embargo, sí que tienen estrellas y cruces, y esto se debe al claro simbolismo que se arrastra desde el cristianismo, mezclado con el pensamiento bajomedieval y renacentista. La gran mayoría de sellos demoníacos que han llegado hasta nuestros días provienen de grimorios renacentistas y posteriores, en los que los distintos autores (cabalistas, teólogos, estudiosos, esoteristas...) crearon dichos sellos con los símbolos y mensajes que consideraban que mejor representaban las características principales de cada entidad. Algunos son símbolos alquímicos, otros son nombres religiosos, caracteres hebreos y griegos, y también, como en los sigilos modernos, signos encriptados, creados a partir de un mensaje o una imagen distorsionados.
Los más conocidos son los que recoge el grimorio de la Clave de Salomón, también llamado Llave de Salomón, por su traducción, - aunque mantener la expresión latina, clave, ha dado mucho juego y misterio a los grimorios. La Clave de Salomón es un grimorio del s. XVI, traducido a las lenguas europeas desde una obre hebrea, el Maphteaḥ Shelomoh. En él encontramos múltiples círculos de invocación y protección, y sellos angélicos y demoníacos atribuidos a la tradición del dominio sobre éstos del rey Salomón, quien además de sabio, según los textos apócrifos, poseía un anillo con un sello divino con el cual podía conjurar a los demonios, llegando incluso a hacer que construyeran su magnífico templo.
Algunas de estas firmas son muy semejantes a un sigilo trazado, y otras veces es una clara unión de símbolos:
Como puede verse en las imágenes anteriores, los sigilos en forma de pantáculo que encontramos en esta obra son variados y reúnen los elementos antes mencionados (formas geométricas, letras hebreas...) junto con relaciones astrológicas, ya que no debe olvidarse que durante mucho tiempo las divinidades menores, los ángeles y los demonios, fueron identificados con los astros y las estrellas, influyendo consecuentemente en las vidas humanas por la ley de reflejo. La versión más conocida y difundida es la de S.L. Mathers (s.XX.). Pero todos estos sellos planetarios son más bien pantáculos rituales que buscan atraer a las entidades espirituales para obtener un fin, y no sus firmas propiamente, por lo que dependiendo de la tradición que se siga, estos pantáculos serán sigilos demoníacos, o simplemente espirituales. Por supuesto, por su relación astrológica, deben ser realizados con materiales concretos en días concretos.
Esta distinción se nota especialmente cuando se acude a las Clavículas de Salomón, es decir, "las pequeñas llaves" (pero que fue mal escrito en latín por desconocimiento del diminutivo correcto). En este grimorio se reúnen partes del grimorio Clave de Salomón, pero también por el Ars Goetia, el Ars Theurgia, el Ars Paulina, el Ars Armadel y el Ars Notoria. El Ars Goetia es el famoso listado de 72 príncipes demoníacos, cada uno con su sigilo-firma y una breve descripción de su aspecto y sus características. Lo más interesante de este listado es que la mayoría de demonios tienen habilidades beneficiosas para el ser humano, aunque algunas pudieran, en su tiempo, considerarse libertinas o indecentes, como pueden ser el arte, la danza, la astucia, la creatividad, la facilidad de palabra o cálculo, la sensualidad... asimismo, dominan sobre ciertos ámbitos humanos, como por ejemplo, el trabajo, la salud, o sobre el entorno general, como la naturaleza, el tiempo, la suerte...
El demonólogo Johan Weyer (1515-1588) bebió de la misma fuente que este grimorio y ahí desarrolló el Pseudomonarchia daemonium, "La falsa monarquía de los demonios"- falsa, porque Weyer reunía estas tradiciones como parte del folclore y de las creencias populares que consideraba acientíficas, o en todo caso, cuestiones de índole psicológica- , de una manera más ordenada, y que es la que suele aparecer en los grimorios actuales, aunque en este listado sólo aparecen 69 demonios y no 72. Este listado aparece asimismo en el Diccionario infernal de Collin de Plancy (S.XIX).
Pinchando en la imagen del libro o en la sección de Biblioteca podéis consultar una versión online del Legemetón con los sellos demoníacos.
En otros
grimorios encontramos sellos repetidos, pero también sellos y firmas nuevas,
como en el grimorio de San Cipriano, donde aparecen retratos y firmas
demoníacas muy diferentes a estos, en ocasiones casi caricaturescas. Del S.XIX
tenemos el Grimorium Verum, de disputada autoría italo-francesa, donde aparece
por primera vez el sello de Lucifer tal y como es utilizado en la actualidad,
junto con otros sellos y pantáculos demoníacos, y sigilos rituales generales.
Otros grimorios, sin embargo, contienen de todos estos solamente aquellos que
les interesan, como es el caso de Dogma y Ritual de Alta Magia de A. Levi, que
incluye algunas referencias pero también sellos y pantáculos extraídos
aleatoriamente, o de su propia creación.
Uso de los sellos demoníacos
El uso de los sellos demoníacos en la actualidad es muy variado. Hay quienes lo utilizan como parte de sus rituales, invocando su presencia dibujando y fijando el sello del demonio que le interesa, según sus características, y solicitando su auxilio en sus propósitos. Hay quienes graban el sigilo en una placa de madera o cera, y hay quienes lo dibujan en un papel: el soporte depende más de la "performance" ritual que el practicante quiera realizar. Lo importante es que el símbolo demoníaco se toma como una forma de que el espíritu acuda y esté presente en el ritual, casi de la misma manera que funcionaría una escultura de cualquier divinidad en un ritual mágico o religioso.
La diferencia principal en estos rituales es que quienes los efectúan tienden a realizar entorno a sí un sigilo o sello de protección mágico, considerando que los entes pueden volverse contra el mago, siendo los más comunes lo que se exponen a continuación:
Pero la
invocación en presencia, a pesar de lo que venden las películas, en la práctica
se encuentra totalmente abandonado, con la excepción del "envío" a otra persona
de las maldiciones o capacidades del ente supuestamente invocado.
Otro uso es simplemente estético o de vinculación, es decir, portar el sello como colgante o pintado, considerando que de esa manera las características de ese demonio influirán en la persona o las adoptarán y potenciarán, de la misma manera que, en realidad, funcionan los sigilos intencionales creados de cero por el mago con una intención mágica concreta, con la única diferencia de que el poder de este sigilo provendría de una entidad externa, no de la voluntad del propio practicante.
Pietro Viktor Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com
Bibliografía:
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Carliés, M., El diablo en la Edad Moderna, Marcial Pons Ediciones de
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