Talismanes egipcios

19.09.2017

En Egipto, la magia estaba estrechamente integrada con la religión, y ésta con la muerte. La magia se encontraba dentro, pues, sujeta en muchas ocasiones a estos eventos. Una Idea primero, una divinidad después, Heka, representaba la Potencia Creadora, anterior incluso a los dioses mayores, y su abstracción se identificaba con las palabras mágicas, es decir, las palabras de poder. Pero Heka se queda corto para lo que en Egipto suponía la magia, pues también era la fuerza vital y los deseos de cualquier alma humana. Era "algo" que se movía en todas las dimensiones de la vida. Mas, a efectos prácticos, si bien sólo los más altos cargos religiosos, dentro de los cultos funerarios, conocían sus secretos, siempre existen vías mágicas, quizás no tan sacrosantas, que se acercan más a lo popular - aunque esta, en época tardía, desembocase en un arte menor cercano a la brujería pragmática.

La magia no estaba necesariamente mal vista, pues la entrega de sus conocimientos se había realizado de los dioses a los hombres,

«Para ellos ha creado magia, como armas Para reprimir el impacto de los acontecimientos, cuidando de ellos día y noche.» Instrucciones para Merikare, X Dinastía.

En su fabricación, los amuletos y talismanes debían estar realizados con ciertos materiales considerados idóneos por su origen y poder para desarrollar la magia esperada. Pero mientras que los amuletos, pasivos, no requerían una elaboración plástica o simbólica, sino que se trataba de objetos de especial valor como garras o colmillos, hierbas o cabellos, etc. los talismanes, activos, debían reunir ciertos requisitos para que su acción mágica tuviese lugar de la manera esperada. Por ello se utilizaban, sobre todo, materiales maleables, como la cera o la arcilla, u otros que pudiera dárseles forma mediante talla, como piedra, hueso, madera... También resultaba válido incluir en un pequeño papiro textos mágicos y guardarlo en una cajita tubular que se colgaba al cuello.

Su origen neolítico comienza, por tanto, desde los elementos naturales hasta los más definidos. Flinders Petrie (1912) reúne en una de sus obras un listado de amuletos y talismanes egipcios de sus excavaciones y papiros. Sólo el papiro MacGregor da una relación de hasta setenta y cinco amuletos diferentes cada uno con su función; se indica asimismo que el mejor material para realizarlos era el oro, quizás por no oxidarse, para la mejor conservación de su imagen y poderes. Amuletos y talismanes cumplían su función tanto en vivos como en muertos, en este caso tanto protegiendo los cuerpos como ayudándolos en su camino en el Más Allá, el Amduat.

«El demonio Nebt no podría acercarse a mí; y no me rechazarán los guardianes de los Arrits, porque mi cuerpo está protegido por amuletos» Conjuro CLXIV, Entrada en los Arrits. Libro Egipcio de los muertos.

A menudo requerían una ritualización previa, llevada a cabo por un sacerdote que pronunciara las palabras mágicas. Grabar en el talismán o amuleto estas palabras u otras otorgaban el mismo efecto.

«(Rúbrica) Recitar este conjuro sobre un amuleto UADJ de esmeraldas, colocado previamente en el cuello del muerto, y que tenga grabadas debajo las palabras del conjuro.» Conjuro CLXI Para fijar un talismán. Libro Egipcio de los muertos.

Se considera, por lo general, que hoy día estos amuletos, manufacturados a la manera tradicional, pueden satisfacer las mismas necesidades mágicas que las de aquellos que las usaron en su tiempo. Conocedores de la magia egipcia y fascinados por ella, no son pocos los esotéricos y ocultistas que los usan no sólo como amuletos personales sino como elemento de vital importancia en sus rituales, a veces presidiendo los mismos, en especial en los casos de ritos funerarios o nigrománticos, pues bien es sabido que gran parte de la cultura y la religión egipcias se mueven entorno a la muerte. Sin embargo, desde un punto de vista más sofisticado, se considera que carece de sentido pretender que cumplan una función por sí mismos, y lo idóneo es utilizar textos mágicos o sagrados egipcios, para que las peticiones se resuelvan correctamente. Entre ellas se incluyen textos del Libro de los muertos y otros de contexto mágico. Se advierte también de que no todos deben estar al alcance de la magia expuesta en los textos sagrados.

«¡Oh Isis! ¡Que tu sangre actúe! ¡Que actúe tu radiación! ¡Que actúe la fuerza de tu magia eficaz! ¡Acoge bajo tu protección, oh diosa, a este poderoso Espíritu, no lo dejéis que se acerque a los demonios que le inspiran horror y asco!

(RÚBRICA) Recitar estas palabras sobre una hebilla de cornalina que haya sido sumergida en agua de flores ANKHAM, engarzada en una tablilla de madera de sicómoro. Esta tablilla será puesta en el cuello del difunto, el día de los funerales. Después de haber hecho esto los poderes de Isis protegerán los miembros del difunto; Horus, hijo de Isis, se pondrá contento al verlo en medio de los Misterios del Sendero; y mientras un brazo será elevado hacia el Cielo, el otro se dirigirá hacia la Tierra, verdadera, continuamente... No permitir que nadie lea este texto, jamás». Conjuro CLVI Para fijar un talismán de cornalina. Libro egipcio de los muertos.

Petrie organizaba los amuletos en cinco grupos: Los homeopáticos, basados en el principio de la similia similibus, lo semejante actúa sobre lo semejante; los dinámicos, por sí mismo dadores de poderes y nuevas habilidades; los de propiedad, relacionados con las pertenencias, sobre todo con enterramientos y sus ajuares; los profilácticos, defensivos, protectores; y los teofóricos, asociados por su forma al dios y por tanto evocadores de su poder.

Otros autores como Sir wallis Budge (1899) dividieron esta práctica mágica según la necesidad o no de tener algo escrito, enfocando el planteamiento del inicio del artículo, distinguiendo el amuleto del talismán. Pero en la actualidad las funciones de ambos se fusionan, en especial al ser usados tanto en vivos como en muertos, y parece haber preferencia en organizarlos según sus funciones. En este artículo, sin embargo, y a pesar de no exponerse todos los existentes, para facilitar el reconocimiento de los talismanes se organizarán por la forma que tomen.

Talismanes con forma animal

Los había que figuraban el peligro en sí mismo, dando protección sobre el elemento representado. Figuras de cocodrilos, tortugas, serpientes, escorpiones o hipopótamos son comunes para protegerse precisamente de ellos si uno los encontraba en su navegación por el Nilo o en su viaje a pie. Un ejemplo sería el talismán Menkebyt/ Menkeryt, una cabeza de serpiente tallada en piedra roja que prevenía de las mordeduras de estos animales, junto con la figura de la mangosta Mafdet. Muchos de estos simbolizaban a la divinidad correspondiente, generalmente en su forma femenina, como la diosa-escorpión Selkis o la diosa Neith, simbolizada como un pez en un talismán llamado Nejau. Este último se colgaba al cuello de los niños para evitar que se ahogasen en el río. Se han encontrado también fusiones variadas de este conjunto de animales, como una suerte de talismán multifunción.

Algunos animales tenían un simbolismo propio, como era el caso de la rana, signo de fertilidad y fecundidad, a veces identificada con la divinidad Hekert; la cobra, llamada Iaret, que destruía a los enemigos, asociada en su momento también con el poder real; o los dos leones, cada cual mirando en una dirección, talismán llamado Ruty que se vinculaba a la imagen del sol poniente y naciente, y por tanto, del reinicio y el renacimiento.

Otras representaciones animales estaban más vinculadas a la función de la divinidad propiamente dicha, como el caso de la diosa Thoueris, la hipopótamo, que protegía los embarazos y los partos, o Anubis, el chacal, destinado a la preservación del cuerpo del difunto y no a la defensa frente a este cánido. El halcón o gavilán para Horus. Es el caso también de Hathor, en su forma animal de vaca:

«Estas fórmulas son para ser recitadas sobre la figura de una Vaca Sagrada de oro fino y colocada en el cuello del difunto. Además, hacer la siguiente inscripción en un papiro nuevo y puesto sobre su cabeza. Es así como el difunto sentirá gran calor en todo su ser, del mismo modo como cuando vivía en la Tierra. Este talismán posee un gran poder para proteger, ya que fue creado antiguamente por la Vaca Celestial para su hijo Ra, para ser usado cuando su fuerza vital se debilitada y su morada se encontraba cercana por los Espíritus del Fuego. Así el difunto llegará a ser una divinidad en el mundo Inferior y no será rechazado su Cuerpo Glorioso ante ninguna de las Puertas del Duat.» Rúbrica del Conjuro CLXII para producir una sensación de calor en la cabeza del difunto. Libro egipcio de los muertos.

El buitre, aunque más amuleto que talismán, se identificaba con la diosa Isis y se colgaba del cuello del difunto. Su forma, realizada en metal precioso, a vista de pájaro, con las alas extendidas, recordaba al archiconocido Ankh, símbolo de vida, aunque esto parece una reinterpretación moderna y bastante rebuscada.

Aunque no es una divinidad propiamente dicha, el talismán del Ba, la fuerza vital del hombre, representado como un halcón con cabeza humana, se asimilaba al dios Horus. En los difuntos, su función era permitirles salir de la tumba con la forma mencionada.

El más conocido, sin embargo, es sin duda el escarabeo, que reúne en sí todas las funciones de los talismanes. Representa al escarabajo pelotero, asociado al dios Ra en la creencia de que, como el sol, el animal renacía, pero también, según los textos de la Amduat, con la forma Khepri, el escarabajo que con sus patas empuja el círculo solar. Representaba por tanto al dios de la creación, la regeneración y la resurrección, por lo que potencia mágica era espléndida. A menudo se utilizaban escarabeos sustituyendo el lugar del corazón en el cuerpo del difunto. En su parte plana, además, se inscribían otros símbolos amuléticos, textos mágicos, bendiciones o buenas intenciones, o elementos conmemorativos, que lo convertían en un perfecto talismán para la buena fortuna.

«Todo el que recite este conjuro debe encontrarse en estado de pureza (...) Debéis hacer un escarabajo de piedra bordeado de oro y colocarlo en el interior del difunto; este amuleto efectuará en él la apertura de la boca» Rúbrica del Conjuro LXIV Salida del alma hacia la luz del día. Libro egipcio de los muertos.

Talismanes antropomorfos

-Divinidades

La imagen animal asociada a la divinidad entraría en ambos apartados, pero nos centraremos aquí en aquellos con forma humana o descaradamente referida a la divinidad. Portar la imagen de la divinidad es siempre positivo para la acción de la cual es patrona: Portar a la diosa Isis confería protección mágica, a Thoth, sabiduría, etc. pero también otorgaba poderes mágicos a quien lo llevaba, ya que podía impeler a sus mandatos con la autoridad divina, reforzándolos. La imagen del enano dios Bes también era protectora de los embarazos y los partos, así como evitaba las pesadillas. El talismán que el historiador griego Heródoto llama Pateco, un hombre desnudo, que ayudaba en la artesanía, parece en realidad referido a una imagen del dios Ptah en Menfis, donde era patrón de tal actividad, además de un protector contra malos espíritus.

Los ushebtis no son amuletos en sí mismos, sino figuras que cobrarán vida para servir al difunto. No obstante, habida cuenta de los peligros del más allá, es frecuente encontrar que portan amuletos como el Ankh o el Djed, y a menudo van acompañados de un hechizo para despertarlos.

-Partes del cuerpo

Algunos talismanes son solamente una parte del cuerpo, que a veces se identifica con alguna divinidad en concreto. Es el caso de la Mano de Atum, dios creador, que a la vez refiere la masturbación primordial desde la que surgió el universo. Su ayuda mágica por tanto se centraba en la idea de vencer a las tinieblas y alcanzar los propósitos, a nivel material o espiritual; la versión "femenina" de este talismán era la Mano de Isis, con una función protectora frente a la magia, y con un matiz maternal que lo volvió de uso frecuente en la infancia.

Dyebaiu, el talismán de los dos dedos, índice y pulgar, simbolizaba los de Horus ayudando a su padre Osiris en el último estadio de su resurrección como ser cósmico/solar. Es por tanto un talismán de auxilio a nivel iniciático o religioso.

El Udjat, llamado Ojo de Horus, era el más utilizado. Proporcionaba a su portador fortaleza física y mental, daba suerte y alejaba los peligros. Si se combinaban dos ojos, izquierdo y derecho, pasaban a representar los ojos de Ra, el Sol, y del dios Iah, la Luna, pero su poder y significado continuaban siendo los de la vigilancia y la atención, la capacidad de ver y predecir acontecimientos y la atracción de lo bueno y lo deseable. Es probable que sus poderes se acentuasen en concretos momentos celestes que presidiese uno de los dos astros. 

«Este conjuro debe ser recitado sobre un amuleto de Udjat (fabricado con lapizlázuli verdadero o con piedra «Mac» adornada con oro) frente a la cual se pondrán ofrendas puras y hermosas durante el último día del segundo mes de la estación «Pert», justo en el mismo momento en que aparece Ra. Fabricar otro amuleto de Udjat con jaspe y ubicarlo sobre cualquier parte del cuerpo del difunto que se desee. Cuando este conjuro se recite frente a un «barco de Ra», el difunto será capaz de desplazarse en compañía de los dioses; se tranformará en uno de ellos; resucitará en el mundo inferior. En el mismo momento en que se recite este conjuro y cuando se coloquen las ofrendas frente a Udjat mientras éste se encuentre en su apogeo, serán encendidos, en altares para Ra-tum, cuatro fuegos, del mismo modo que otros cuatro para Udjat y, en fin, cuatro más deberán de ser encendidos en honor a los dioses mencionados antes. Debe ponerse, además, cinco panes, incienso y carne asada, en cada uno de estos altares...» Rúbrica del Conjuro CXL para ser recitado cuando el Ojo Divino está en su punto culminante.

Ib, el corazón, no estaba identificado propiamente con ninguna divinidad, sin embargo su importancia era más que relevante. En el corazón, según la cultura egipcia antigua, residía la conciencia y la personalidad. Por tanto aquí se encontraban los recuerdos y las buenas o malas acciones. Por ello era el peso necesario en la psicostasis o pesaje del alma del más allá, donde debía de pesar igual o menos que la pluma de Maat, diosa de la justicia. Los amuletos Ib no sustituían al corazón del difunto, sino que preservaban de su pérdida, y por tanto, de la posibilidad de vivir en el más allá del difunto, junto con la memoria de su vida pasada.

El Sam o Sema, identificado con los órganos sexuales masculinos, tendría un cariz de fertilidad y creación, cuando no erótico. Se ha encontrado entre los vendajes de las momias y se le ha atribuido un sentido de "unión" no demasiado especificado. También se relaciona con la respiración. El Menat, órgano masculino y femenino entrelazados, guardaba las mismas connotaciones de felicidad, fertilidad y placer, aparentemente relacionado con la diosa Hathor, patrona de estos menesteres.

Talismanes de objetos

Como se vio en la primera parte, cualquier objeto es susceptible de convertirse en amuleto si se le aplica la creencia de su cualidad oculta o relacionada.

El llamado talismán del nombre o cartucho ofrece protección sobre la persona cuyo nombre encierra, prolongando su existencia, salud, energía y suerte. El cartucho se combinaba a menudo con el signo circular Shen, un papiro enrollado que simbolizaba la ruta solar, y de esta manera, el portador obtenía conocimiento y poder sobre la realidad de la vida, la muerte, y el renacimiento. En general otorgaba protección y fortuna máximas. Hay quien postuló que el amuleto del cartucho era una versión alargada por su contenido del propio Shen.

El Uadye o columna de papiro se realizaba en colores verdosos tenía valor protector, siendo común como colgante. El Nefer, semejante a un laúd, se realizaba con cornalina y era común también portarlo con uno, ya que atraía la felicidad, belleza y prosperidad.

El Ures o reposacabezas se realizaba con hematita y protegía al difunto de que se le arrancase la cabeza en el otro mundo. El collar de oro llamado Usej confería a su portador poderes mágicos y protección. La escalera celeste Rud/Jet permitía el ascenso hasta el trono de Osiris. El sol en el horizonte o Ajty, y la barca celestial otorgaban vitalidad y a la par recordaban la resurrección. Las herramientas de albañil como el Seba eran recordatorios del equilibrio universal.

El pectoral en forma de pilono sustituía a las vísceras de la momia. La mesa de ofrendas proveía al difunto de todo cuanto pudiese necesitar en el Más allá, tanto alimento como para honrar a los dioses. Junto con estos se encuentran vasos y platos con inscripciones que parecen destinados al mismo aprovisionamiento.

Hay varios amuletos referidos a la condición divina o real. Entre ellas están Shuti, las dos plumas, aire y sol, Ra y Osiris, asemejando a su portador a tales divinidades, y las coronas Desheret y Hedjet/Ueret, roja y blanca, que se fusionaban en el Sejemty.

Otro símbolo de poder era el Uas o cetro, que tenía en el extremo la cabeza del dios Seth, y que por su poder divino era posesión frecuente de los magos. A este se unía el cuchillo ritual Peshes-Kef, que era utilizado en la llamada ceremonia de la "Apertura de la Boca", donde se devolvían al difunto sus propiedades físicas, imitando la resurrección de Osiris.

El Tyet o nudo de Isis es para algunos simboliza los genitales de la diosa, mientras que para otros es un lazo tal cual. El color rojo simboliza la sangre de la diosa, y otorga una protección sin par.

El talismán Ankh era también un símbolo de la vida visto a menudo en manos de los dioses. Esta cruz en la que algunos autores han intentado ver una esquematización de un símbolo fálico, es un talismán reconocido popularmente a día de hoy. El cetro Uas era tanto la enseña de los magos egipcios como el cetro de poder divino. Este bastón muestra una cabeza de corte sethiano. Dyed, el pilar, era un amuleto prácticamente mortuorio que aparece mencionado en el Libro de los Muertos, simbolizaba la espalda, la espina dorsal, y por tanto, la capacidad del difunto para permanecer erguido, es decir, levantarse, vivir.

«Reúno a mi alrededor a los corazones, gracias a mi gran sabiduría, en el seno de los dioses Saa y Amenti-Ra; mi talismán Djed me da su protección» Conjuro CLXXIV para hacer franquear la gran puerta al espíritu santificado.

La combinación de estos tres amuletos se convertía en un talismán que simbolizaba vida, poder y dominio en perfecto equilibrio.

Pietro Viktor Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com

Bibliografía:
Budge, W. El libro Egipcio de los muertos (Laurent, A. Trad.) Londres 1895 /New York, 1967
Budge, W. Magia Egipcia. Realidad, intención y esencia del pensamiento egipcio. Editorial Humanitas, Barcelona, 1996
Jacq, C. El saber mágico en el Antiguo Egipto, 1997Martín Valentín, F. J. Los magos del Antiguo Egipto. Oberón (Anaya) Madrid 2002

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