Vela siete colores (II): ¿potencias africanas o chakras?
En la primera parte del artículo, tratamos sobre el origen de las velas de siete colores, las potencias africanas. Ahora hablaremos del producto más moderno, las velas de siete colores de los chakras.
Parte II. Los siete chakras.
Los motivos secundarios, destinados sobre todo a paliar los posibles enfrentamientos o incompatibilidades en sectores más ortodoxos, consisten en el intercambio de colores, así como su orden, atribuyendo colores a cada chakra, del mismo modo que se hace con los orishas, pero en este caso, tendremos el siguiente listado de colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil/índigo y morado o blanco.Volviendo a los chakras, como puede verse sus colores, con la excepción del blanco, son los del arcoiris. Su base filosófica-esotérica indica que, puesto que los chakras son una energía vibratoria, y la luz cambia de color según las frecuencias que atraviesa, en los chakras se producirían los colores que el ojo humano es capaz de percibir, en el mismo espectro que el arcoiris. Además, se considera que las transiciones de color del arcoiris son las mismas de los chakras, ya que la energía que éstos desprenden ocupan un cierto espacio o radio que se mezclaría con el que ocupen los chakras cercanos, y su fusión de colores sería semejante.La interpretación y asociación de los colores bebe también de la cromoterapia, y supone que para la apertura y gestión de los chakras rodearse de colores que los activen es sumamente útil, además de ayudar en las meditaciones al practicante o yogui, al influirle y prepararle psicológicamente, incluso sin intención propia.
El color rojo se asocia al chakra de la raíz (muladara). El rojo es, en antropología y en la cromoterapia, un color de activación, de alerta, de peligro. Su llamativo tono es también símbolo de los sentimientos y las pasiones agresivas o violentas. Asociarlo al chakra de la raíz, al coxis, tiene sentido por cuánto es el primero y requiere un estado de atención máximo para iniciar el camino de los chakras. Antropológicamente, el rojo y el muladara tienen en común la idea de supervivencia, siendo el coxis la zona donde una persona se sienta, es decir, una posición básica de descanso; si bien la situación de alerta constante que existía en el hombre primitivo no evocaría un descanso pleno, con el tiempo sentarse se convertiría en un gesto de confianza en la propia seguridad y en la comunidad con la que uno toma asiento, también para hablar o comer. Es por tanto una pose en la que empezar a pensar en algo más que simplemente sobrevivir, es un punto de reflexión más profunda. Y esa reflexión y concentración es justo lo que se necesita en la iniciación a la apertura de los chakras.
El naranja es el color asociado a suadhistana, la zona entre el sacro y el ombligo. El naranja es un color más apacible que el rojo, aunque también guarda relación con los sentimientos, no es ya la agresividad, sino la calma, la tranquilidad, el sol, el calor y la sensualidad. Está evidentemente asociado con la sexualidad y la pasión e instintos físicos, pero también con la imaginación, los cambios y la creatividad. El naranja es, por tanto, un color que combina mucho con la idea de sentimientos apasionados pero controlables y agradables.
El amarillo es el color asociado al chakra manipura (estómago). En el mundo occidental asociamos mucho las emociones e instintos al corazón, pero en la antigüedad, tanto occidental como oriental, las intuiciones y emociones se situaban en las entrañas, en las tripas. Aún conservamos algún recuerdo de eso cuando decimos que tenemos mariposas en el estómago para identificar un enamoramiento. Manipura es el chakra del instinto y la energía, por lo que el amarillo, una mezcla entre la alerta y la alegría, es un color que concuerda con él. El amarillo es también un tono atrevido y optimista, y el tercer chakra potencia la autoestima y la valentía. Manipura es además el chakra del plexo solar, con lo que el color amarillo queda más que justificado.
El siguiente chakra es anajata, que se sitúa a la altura del esternón, y se asocia con el color verde. El verde es el color de la naturaleza, de la salud, de la esperanza y el bienestar. Todo ello se relaciona, como no puede ser de otra forma, con el corazón y la respiración. Se entiende que ambos son grandes responsables de la salud y la tranquilidad, y que también transmiten e influyen en las buenas emociones y deseos, por lo que controlarlos es obtener equilibrio físico y emocional.
El siguiente chakra, vishuda, se sitúa en la garganta y se asocia al color azul, normalmente claro. El azul es el color del mar y del cielo, y se asocia con el conocimiento profundo y el conocimiento superior, así como con la conciencia, la meditación, la repetición de ciclos y el conocimiento. Se interpreta que la garganta, a través del alimento y de la voz promueve que entren y salgan energías, así como conocimientos.
El color añil o índigo (azul oscuro muy próximo al púrpura) es el asociado al chakra añakia, en la frente. Es el último chakra según las tradiciones hindúes originales. Es el chakra llamado "del tercer ojo", es la consciencia plena, alcanzar el nivel superior. El color se vincula con lo esotérico y lo espiritual. Es también un "oscurecimiento" del anterior azul, es decir, es la fase de madurez del conocimiento. A veces es identificado con el morado, ya que este color también está asociado al mundo esotérico.
El último chakra, saharas-ara, es el descubierto/inventado/añadido en el S. XIX por los esoteristas-ocultistas occidentales. Situado en la coronilla, su color es el morado, exprimiendo, por así decirlo, las características que ya tenía el chakra anterior. Como ya se ha dicho, el morado es un color profundamente espiritual, por lo que asignar este color al chakra de la corona es darle el máximo valor en ese sentido. Pero por su carácter moderno y sincrético con otras tradiciones esotéricas, como puede ser la budista, también se le asocia el color blanco, como símbolo del todo y la nada, y también de la pureza.
El ritual de uso de estas velas e inciensos no es distinto del que vimos con las siete potencias, donde ya se señaló que muchos practicantes consideran que la vela es una herramienta con correspondencias de colores con energías universales, y no lo asociaban con ninguna religión o corriente filosófica.
Pietro Viktor Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com
Bibliografía:-Leland, K. Rainbow Body: A History of the Western
Chakra System from Blavatsky to Brennn.
Nicolas-Hays, Inc. 2016- Vinardi, L. J., Anatomía Energética - Las sutiles
dimensiones del cuerpo humano. Youcanprint, 2006.- Weiss, J.M., Chavelli, M. La curación por los colores. Ediciones
Robinbook, 1995
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